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Domingo, 23 de enero 2011, 12:35
La historia de Julio González, más conocido como Julio 'Gilsanz', es la de un hombre literalmente enamorado de las seis cuerdas de la guitarra. Este avilesino nacido en 1957 es probablemente el único asturiano que ha compartido giras, escenarios y grabaciones de estudio con músicos como Luis Eduardo Aute, Vainica Doble o Ramoncín, entre otros muchos con mayor o menor 'glamour', pero siempre con la precisión del instrumentista meticuloso y abierto a todos los sonidos que pueda generar una guitarra.
Su trayectoria musical tiene una fecha de nacimiento, cuando a los doce años recibe sus primeras lecciones de solfeo y guitarra de mano Luis Magín, «que, realmente, era profesor de violín», explica haciendo memoria. Sus primeros recuerdos sonoros son más tempranos, y corresponden «a un 'pick up' que mi padre sólo sacaba los domingos, y en el que ponía los pocos discos que tenía, entre ellos uno de Carlos Gardel, del que sigo siendo un admirador rendido, hasta la ópera 'Marina'», rememora.
Un buen día, allá por finales de los 60, escuchando la radio, los sonidos de un viejo disco de Django Reindhart le dejaron «asombrado» y fue el inicio de una sana obsesión por los guitarristas acústicos. «El rock llegó más tarde», refiere con una sonrisa, «porque a mi hermano le gustaban los Beatles». Los cuatro de Liverpool fueron otro pilar de su formación, y el bautismo de fuego rockero le llegó «cuando toqué por vez primera una guitarra eléctrica, que era de mi primo José Miguel, de Los Linces». La semilla estaba plantada y no iba a tardar en dar frutos.
Corren los primeros años 70 y con su amigo Nacho Martínez forma el grupo Barbacoa, que con el tiempo se convertirá en Trafalgar. Los dos empiezan a alternar con otros 'locos' («en aquella época hacer rock era una cosa bastante rara y un poco mal vista») como Mento Hevia, Tino di Geraldo, Julián 'Frassinelli' o José Luis Amor. Nombres que con el tiempo acabarán cristalizando en 'La quinta del Uluguatu'. «Éste era un bar en San Juan de Nieva, donde coincidíamos gente de edades diferentes, pero todos 'pirados' por el jazz, el rock, la fusión... por la música, en una palabra», relata. «El Uluguatu duró sólo un par de años, pero nos marcó bastante a todos». Por entonces, Julio tocaba en un grupo llamado Grisú, y recuerda en esa época (1979) un concierto «demencial» en el pabellón de La Magdalena. «Tocábamos Grisú con otros grupos como Crack, los punkis catalanes de La Banda Trapera del Río y los madrileños El Aviador Dro». Estos últimos «salieron a botellazos y en medio de una trifulca brutal, aquella imagen como de robots era muy provocadora para aquel público y aquel momento».
Tras la 'mili', las circunstancias llevaron a Julio a la capital. «Me fui a Madrid a tocar, un amigo les pasó unas cintas mías a la compañía Guimbarda, y empecé a tocar en sitios de Madrid. Paraba mucho por 'La Bohemia', un bar donde veías a gente como Joaquín Sabina o Aute». Con este último tocó varias veces, pero las cosas empezaron a rodar «cuando me llaman para grabar el disco 'El tigre del Guadarrama' de Vainica Doble». Y es que Gloria Van Aersen y Carmen Santonja, las entrañables brujitas del pop español «eran extraordinarias», refiere Julio. «Para ellas yo era un chavalín, me obligaron a dejarme barba para parecer mayor». Entre discos de vinilo de Eric Clapton y Paco de Lucía, acababan unos años de penurias, en los que tuvo que vivir «casi a salto de mata». Y es que se iba a cruzar en su camino alguien que, aún hoy, es la imagen de la polémica, del 'lo tomas o lo dejas' en el mundo de la música.
Persona y personaje
Julio es cauto a la hora de juzgar el papel de Ramón Julio Martínez Márquez, más conocido como Ramoncín. «Conviene separar la persona de Ramón de la imagen y las declaraciones de Ramoncín», aclara. «Él apostó por mí como músico, y como le conozco no tengo la misma imagen de él que casi todo el mundo». Eso no quita para que «no esté de acuerdo con él en todo lo que dice», si bien «me gustaría tener más contacto con él, ya que el tiempo que tocamos juntos fue una etapa que recuerdo con cariño». Julio toca la guitarra en discos como 'La vida en el filo', 'Ramoncinco' o 'Fe ciega', y fue en estos años, entre 1984 y 1990, cuando conoció a Brian May, guitarrista de Queen, que hizo un espléndido 'solo' en el tema 'Como un susurro'. «Algo para recordar», explica al relatar la experiencia.
En esta época, mientras daba clases de guitarra, «algo que nunca he dejado de hacer», también probó suerte como hostelero. «La Mercería era un bar de Galiana con una filosofía particular, la de ser un sitio para la buena música en una época en que no había mucho de ella». De Madrid a Avilés cada dos por tres «era complicado», y hubo que echar el cierre «a otra etapa que no estuvo nada mal», resume.
Corren los 90, y Julio se queda en Asturias «echando raíces». Es la época de The Mejores, «el primer grupo que grabó un rap en asturiano», del álbum del grupo heavy Marvel, que él produjo, o de su fichaje por los 'agro rockeros' Los Berrones, donde ejerce de arreglista y director musical. «Iba a estar un año, y ya llevo doce con ellos». Siempre con una guitarra a bordo. «No tengo muchas, pero las que tengo son parte de mí». Palabra de hombre 'guitarra'.
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