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En Casa Chus no falta la sidra. :: JESÚS DÍAZ
«Sólo nos falta la tienda»
CHIGRES DE BARRIO

«Sólo nos falta la tienda»

POR ANA SALAS

Domingo, 2 de enero 2011, 03:03

A las siete de la tarde de un día de la última semana del año, cuando en el barrio de Santo Domingo se nota un cierto ajetreo de compras, en Casa Chus varias cuadrillas, de hombres, juegan a las cartas. En la barra, también hombres, toman vino. Una hora más tarde las mesas antes ocupadas por vecinos aficionados a la baraja, sirven de descanso de una pareja que va de paso y como lugar para leer el periódico un cliente sin prisa.

El ambiente está más animado. Uno de los propietarios, Álvaro, charla con los parroquianos a quienes se dirige por su nombre. Casa Chus es un bar de barrio. «Ye un chigre de los de antes, sólo nos falta la tienda», dice Jorge Fernández, 'Popi', hermano de Álvaro. Junto a su otra hermana, Rosa, y su mujer, Carmen, se encargan del negocio heredado de su padre, quien le puso el nombre al bar. Lo lleva la misma familia desde 1972, pero antes ya existía.

El chigre tiene solera. No está reformado ni tienen intención de imprimirle ningún otro tipo de carácter: «Nosotros no somos modernos», justifica Popi en la cocina mientras su mujer prepara un rollo de carne y cuece pulpo en una cacerola grande. Sobre las mesas, latas de conservas que acompañarán al bacalao, los callos, la tortilla a la marinera, las cebollas rellenas o los huevos con patatas y gambas. Son las especialidades que servirán en las largas mesas que por la tarde ya están preparadas para los comensales de la cena. Se sentarán en sencillas sillas y mesas con manteles de papel de cuadros blancos y azules.

Frente a la barra, una gran fotografía preside la pared. En blanco y negro, es un paisaje de Llanes, «que ya vino con el chigre». A ambos lados, los escudos del Real Oviedo y del Sporting porque «unos somos de uno y otros de otro y teníamos que tenerlos los dos, pero aquí vienen grandes oviedistas», advierte Popi. Ahora, sobre todo vecinos. Hace unos años también iban aficionados del hockey, cuando el equipo del colegio de los Dominicos vivía sus días de gloria, y trabajadores de la construcción. Con la crisis perdieron a estos últimos y ahora sirven «unos 14» menús cada mediodía, a siete euros entre semana y a 12 el domingo. El de un día cualquiera, sopa o fabada de primero y pescado o carne de segundo. Con patatas, claro. Pero sólo una vez encontraron en un saco de tubérculos una granada de mano de la II Guerra Mundial. Un recorte de periódico enmarcado recuerda la anécdota al visitante. La bomba se la quedó la Policía.

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