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Ramón Avello
Sábado, 20 de noviembre 2010, 03:28
En 1990, Arkadi Futer llegó a Asturias, como muchos de sus compañeros de Los Virtuosos de Moscú, para quedarse. En aquel tiempo, Arkadi era concertino y principal apoyo del grupo que dirigía Wladimir Spivakov. Arkadi nos cuenta que una de sus primeras impresiones de Gijón fue cuando Jesús García, traductor y amigo de los músicos rusos, le llevó en el primer día de su estancia en Gijón a un piso de la avenida Rufo Rendueles. «Arkadi -le dijo Jesús- acércate a la ventana y mira la vista del piso en el que vas a vivir». El violinista se adelanto hacia los ventanales de la sala, y allí estaba ese Cantábrico inmenso, ilimitado, furioso. Pensó que este era un buen sitio para vivir, para trabajar y para descansar. Y así fue. La Biblia dice que «Dios escribe derecho en renglones torcidos». Tal vez las expectativas en Asturias de Los Virtuosos de Moscú entre 1990 y 1993 con Spivakov a la cabeza -a Spivakov, el gobierno del Principado de Asturias presidido por Pedro de Silva le ofrecía algo así como un vergel musical sin cultivar- una vez cumplidos los primeros acuerdos, se torcieron. Sin embargo, la influencia, el fruto, «la escritura derecha en renglones torcidos» que los músicos rusos ejercieron y sembraron sobre diferentes campos de la música en Asturias, es algo incuestionable.La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, (OSPA), con varios músicos rusos en los atriles principales de la orquesta; la Orquesta Oviedo Filarmonía, nacida alrededor de varios de los Virtuosos; el fomento de la música de cámara y las corrientes pedagógicas abiertas en varios conservatorios y escuelas musicales por los violonchelistas Osokyn y Sarkisov, el violinista Zhistiakov, o los músicos Pogossova, Mijlin, Tsiala Kvernadze y Fedorchenko entre otros, son los testimonios de esa beneficiosa influencia de los artistas rusos en el panorama musical asturiano. Entre estos músicos rusos, Arkadi Futer, un músico al que adoran sus compañeros, ocupa un lugar preeminente. Arkadi es una persona campechana, cordial y que tal vez peca, en cuanto al carácter personal, de una excesiva modestia, por lo que no le gusta estar en primer plano. Prefiere más hablar de los demás, resaltar los méritos colectivos en los que él participó, que comentar sus propias hazañas personales. Esa humildad y modestia no nos impide reconocer en el maestro Futer a un violinista excepcional de un altísimo y extraordinario nivel musical. En Rusia se concede un premio honorífico denominado Artista del Pueblo de la Federación Rusa a aquellas figuras, que destacan por su calidad y trascendencia. No es extraño que a Arkadi Futer se le haya otorgado en 1998 este galardón, que culmina una carrera apasionante y rica en grabaciones pero poco conocida en Asturias y en Gijón. Una carrera y una historia a la que vamos a intentar acercarnos. Arcadi Futer nació en Moscú en 1932, en el seno de una familia judía. Arcadi nos comenta que en su infancia el hecho de ser judío en Rusia estaba «bastante diluido» ante la situación bélica. El músico se muestra agradecido al sistema educativo musical soviético, que le ofreció la posibilidad de realizar unos estudios de una gran calidad y siempre de manera gratuita. A los siete años y debido a la guerra, Arkadi y su familia son evacuados, como la mayor parte de la población civil de Moscú, hacia el interior de Rusia. A los Futer les envían a la ciudad de Kirov, y allí Arkadi empieza sus estudios musicales dentro de la escuela primaria, con la profesora Nina Dulova.La elección del violín fue una decisión de su madre, a la que él accedió dócil y disciplinadamente. En el año de 1943, una vez pasado el peligro alemán, la familia regresa a Moscú, en donde continúa sus estudios de Secundaria, pero ya orientado hacia la música por el profesor Bluman. En el sistema educativo soviético, los estudios musicales iban paralelos a los de las otras enseñanzas, de manera que el Conservatorio equivalía a los estudios universitarios. Futer entra en el Conservatorio al principio de la década de los cincuenta. Allí se enamora de una joven bellísima llamada Frida Poliakina, también violinista e hija de Mirron Poliakin, uno de los grandes violinistas rusos de la primera mitad del siglo XX, discípulo predilecto del mítico violinista húngaro Leopold Auer. De sus maestros, Arcadi guarda una especial admiración por Yuri Yankelevich (1909- 1973), «un maestro muy exigente -nos comenta Arcadi- pero como persona, totalmente dedicado a sus alumnos. Cuando alguno de sus alumnos teníamos que dar un concierto, Yankelevich lo preparaba con nosotros durante horas y horas, al margen de horarios académicos y siempre de una forma gratuita y desinteresada». Boris Belkin, Spivajkov o M. Kopelman fueron, con Futer, alguno de los discípulos más destacados de Yankelevich. Terminada la carrera, Arkadi es contratado como violinista en la Orquesta Cinematográfica de la URSS. En una actuación como solista, le escucha el director de la Orquesta de la Radio de Moscú Gennadi Rozhdestvensky, quien «le ficha» para la orquesta, de la que durante varios años fue concertino y principal solista. Numerosas grabaciones recogidas con el nombre de 'Fondo dorado de la Orquesta de la Radio de Moscú', avalan la labor de concertino y solista de Futer. Fue hacia 1979 cuando Spivakov decide crear Los Virtuosos de Moscú y llama a Arkadi Futer como concertino.«En esos primeros años, nos dice Arkadi, los Virtuosos era una aventura incierta que no sabíamos si llegaría a ser, por las propias circunstancias de Rusia viable. Pese a ello, ensayábamos con un enorme entusiasmo y una gran confianza en el talento de Vladimir Spivakov. Todos los músicos llegábamos a respirar conjuntamente; nos escuchábamos y complementábamos con una coordinación total. Y aprendíamos unos de otros». Arcadi se emociona recordando esos primeros años de los Virtuosos, todos ellos músicos de altísimo nivel. Evoca la simpatía del contrabajista Grigory Kobalesky, la sabiduría en cuestiones camerísticas de Boris Kuniev, su compañero de atril, y la elegancia y sensibilidad de Spivakov. Todo esto quedó recogido en la rica discografía de Los Virtuosos de Moscú, pero si el lector quiere, de una forma rápida, escuchar a Futer, busque en Youtube la versión del 'Concierto para dos violines en Re menor, BWV 1043', de Bach, interpretada por Spivakov y Futer como solistas. Diálogo de amigos sobre cauces fijos sobre los que transcurren las aguas más limpias y claras de la música. No deja de sorprender que uno de los dos solistas viva en Gijón, acompañado por su esposa Frida y con la compañía cercana de su encantadora nieta Vera. Futer es el gran patriarca de los músicos rusos en Asturias; el hombre amable, bueno, discreto, querido y admirado.
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