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Uno de los usuarios de la Casa de Acogida de Siloé, en Mareo, que cumple 20 años. :: JOAQUÍN BILBAO
Veinte años burlando al sida
GIJÓN

Veinte años burlando al sida

Por el hogar de Mareo pasaron 31 personas en 2009 y más de 400 desde su puesta en marcha La Casa de Acogida de la Fundación Siloé celebra su vigésimo aniversario con una ampliación

CHELO TUYA

Domingo, 3 de octubre 2010, 12:01

«Me presenté en el banco para pedir el dinero que necesitábamos para hacer la casa y la mujer que me atendió me espetó: 'Si usted no tiene dónde caerse muerto, ¿cómo quiere que le demos un crédito? Esto es un banco'. Al final, su jefe la obligó a darme los 35 millones de pesetas que necesitábamos. Y así nació la Casa de Acogida. Firmamos un crédito por 20 años, pero lo pagamos en tres».

Desde esa conversación hasta hoy han pasado dos décadas y de aquella gestora bancaria con más profesión que sentimientos no se volvió a saber nada en Siloé. Salvo lo ocurrido hace unos meses, «cuando vino a buscarnos, porque quiso vendernos una finca que ella tenía. Le dije que, ahora, a nosotros ya no nos interesaba». Lo cuenta José Antonio García Santaclara, cura, filósofo, patrono-fundador de la Fundación Siloé, cuyo buque insignia, la Casa de Acogida para enfermos de sida sin recursos económicos, la primera y la única de Asturias, cumple ahora veinte años. Tras ser el hogar de más de 400 enfermos terminales, la casa se enfrenta ahora a una ampliación.

«Es la primera que hacemos y queremos que esté lista para el 1 de diciembre, el día de la lucha contra el sida. Son cuatro plazas más, con lo que la casa de Mareo pasará de 14 habitaciones individuales a 18. Pero también individuales, ¿eh?». García Santaclara, Santa para todos, insiste en precisar esa cualidad de la casa, ya que sobre ella gira la filosofía de la Fundación Siloé: «Potenciar la independencia de las personas, que sean ellos los que decidan curarse y su futuro».

Porque sida y futuro son sinónimos desde hace años, «a pesar de que, al principio, los enfermos caían como moscas. Ahora es una dolencia crónica, que se controla con medicación», explica Santa, quien también recuerda que, aunque en la investigación científica se ha avanzado, en sensibilidad parece que la sociedad se ha estancado. «La casa se iba a abrir en La Pedrera, en las antiguas escuelas que nos cedía el Ayuntamiento de Gijón. Pero se nos echaron encima y fue imposible hacerlo. Hubo tanta polémica como pasa ahora en El Natahoyo con el nuevo edificio del Albergue Covadonga y Proyecto Hombre», indica.

Un médico, en contra

Los ataques contra la casa para los enfermos de sida llegaron a tal punto que «había médicos entre los vecinos que decían que era una barbaridad que pusiéramos a esa gente al lado de personas sanas», lo que llevó a Santa y a la ahora directora de la Fundación, Susana González, «entonces una voluntaria de 18 años», a guardar silencio sobre la nueva ubicación.

Así, entre el más absoluto de los secretos, nació, en 1990, la casa de acogida en El Bibio, en un chalé de alquiler, para dos años después pasar a la actual ubicación en Mareo. Desde aquel momento hasta ahora, 400 personas han pasado por la residencia -31 en 2009-, que se ha convertido «en un hogar de vida, porque, como digo, la enfermedad está absolutamente controlada ahora. El único problema que tienen es el estético».

Y ahí alzan su voz los responsables de la Fundación Siloé «contra los prejuicios. Las personas llegan a la casa enfermos, se recuperan y, después, ya pasan a viviendas tuteladas. Sin embargo, les sigue costando mucho ser aceptados en la sociedad, hacer un nuevo círculo de amistades, porque el rostro les ha quedado marcado. Es necesario que la Seguridad Social se haga cargo de estas operaciones estéticas. No vamos a ningún lado si se sigue marginando a estas personas. Sobre todo, cuando trabajamos por su independencia».

Fomentar la independencia

Esa filosofía no se centra sólo en los enfermos de sida, piedra angular de la Fundación Siloé, sino «que es lo que prevalece en todos los dispositivos que tenemos. Nosotros queremos que las personas tengan su sitio por ellas mismas en la sociedad. Ya sean enfermos de sida, enfermos mentales o menores con problemas familiares».

Porque en estos veinte años, Siloé no sólo se ha centrado en burlar al sida, «sino que hemos entrado en todas las propuestas que nos ha ido poniendo la Administración, ya sea la regional o la local». Porque Santa destaca que si bien «aquel crédito inicial lo pagamos en tres años», la dependencia económica de la institución ha ido ligada a las administraciones «a las que damos un servicio muy rentable, puesto que recuperamos a las personas». Ahora, en momentos de crisis, Santa apuesta «por la imaginación. La falta de dinero no puede pararnos».

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