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Pedro Mielgo dio ayer los detalles del crimen que presenció.
Los abogados defensores tratan de anular el testimonio del 'héroe' de León

Los abogados defensores tratan de anular el testimonio del 'héroe' de León

El juez anuncia que estudiará si miente el policía jubilado que persiguió a la autora del crimen

Olaya Suárez

Viernes, 22 de enero 2016, 03:38

«Sentimos un ruido como de petardo y cuando nos dimos la vuelta vimos a la mujer con la que nos habíamos cruzado con algo en la mano y un poco agachada sobre el cuerpo de la otra mujer rubia, que ya estaba en el suelo. Se acercó mucho y la remató con otros tres tiros; con el último, le rebotó incluso la cabeza contra el suelo. Fue horrible». El crudo testimonio de Elena Morandeira, la esposa de Pedro Mielgo, el policía jubilado que persiguió a la autora material del crimen de Isabel Carrasco hasta que fue detenida, impresionó a los miembros del jurado popular. Su pormenorizado relato fue escuchado de forma altiva por Montserrat González, quien no la miró en ningún momento y no cambió el gesto hierático durante los aproximadamente 20 minutos que se prolongó la declaración. La autora confesa mantuvo la barbilla alta en todo momento y ni siquiera pestañeó cuando la testigo aseguró que en un primer momento creyó «que era un sicaria, por la frialdad con la que actuó y porque aparentaba estar totalmente tranquila». Igual que durante las tres sesiones de la vista oral en la Audiencia Provincial de León.

Si su autoría parece evidente, la cuestión ahora es dilucidar qué papel jugaron las otras dos acusadas, sobre todo su hija Triana Martínez, quien supuestamente recogió el bolso en el que su madre guardaba el arma homicida para ocultarlo. Si en una primera declaración ambas confesaron que la madre le había dado el bolso a su hija «en un pasadizo», meses después se desdijeron y culparon a «los policías de Burgos» por haber aportado aquella versión. «Eran amigos de mi padre y dijeron que venían a ayudarnos y que era importante que dijésemos que mi madre me dio el bolso directamente», declaró Triana. Pero ese hecho la implicaría directamente en el plan criminal. Su nueva versión pasa por afirmar que se encontró con su madre en la calle, vio que estaba muy nerviosa y que tiraba el bolso a la rampa de un garaje, por lo que decidió recogerlo pensando que dentro llevaba una pistola reglamentaria de su padre por entonces jefe de la comisaría de la Policía Nacional de Astorga, ahora destinado en Gijón y que no quería que se viese comprometido.

El padre y marido de las supuestas autoras, comparece el jueves

  • El juicio por el crimen de Isabel Carrasco, que sienta en el banquillo a la madre y la hija que residieron dos décadas en Gijón, quedó ayer aplazado hasta el lunes, después de tres intensas sesiones que acumularon casi treinta horas de celebración de la vista oral. Tras la declaración de las tres procesadas, los dos testigos que presenciaron el crimen aquel mayo de 2014, los efectivos policiales que las detuvieron y los que llevaron parte de la investigación, el lunes se retomará con la declaración de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía destinados en Burgos que el día de autos se desplazaron a León a reforzar la investigación. La defensa asegura que «presionaron a Montserrat y Triana para que confesasen que le había dado el bolso con el arma en un pasadizo».

  • El martes le tocará el turno a la vecina de Isabel Carrasco que vio cómo, supuestamente, las procesadas realizaban seguimientos y vigilancias a la víctima los meses anteriores al crimen. Está también citado para ese día el novio de la difunta y un testimonio clave, el del trabajador de la ORA que se encontró con Raquel Gago cuando, presuntamente, estaba esperando junto a su coche a que Triana le llevase el arma, un extremo que ella ha negado reiteradamente, asegurando que solo estaba esperando a que abriese una tienda de manualidades para comprar pintura.

  • El marido de Montserrat y padre de Triana, jefe de sección de la Brigada de la Policía Judicial de Gijón, Pablo Antonio Martínez, comparecerá el jueves. Ya en la fase de instrucción negó estar al tanto de los supuestos planes para acabar con la vida de la presidenta de la Diputación y aseguró que desconocía dónde habían conseguido las dos armas.

  • El juicio, al que están llamados un centenar de testigos, se prolongará hasta el miércoles 17 de febrero, día en el que los nueve miembros del jurado popular se reunirán para decidir sobre el futuro de las tres mujeres que hicieron estremecer a todo un país.

Es precisamente por ese motivo por el que ayer el abogado de la defensa de madre e hija presentó como prueba esencial para exculpar a Triana una llamada al servicio de emergencias del 112 que achaca a Pedro Mielgo una falsedad en su relato. En esa llamada que se reprodujo varias veces en la sala se oye decir a un hombre que estaba siguiendo por la calle a la mujer que había cometido el crimen, pero que acababa de perderla de vista en ese seguimiento.

El Policía Nacional que se encontraba en segunda actividad en el momento de los hechos, en mayo de 2014, negó que fuese él quien hablaba en esa grabación. De hecho había declarado minutos antes que no había telefoneado a los servicios de emergencia. En la llamada se escucha la sirena de un coche policial y exclamar: «¡Es ella, ésta es, la de detro!», lo que coincide con el relato aportado anteriormente, en el que explicó cómo siguió a Montserrat desde que presenció el asesinato en la pasarela sobre el río Bernesga hasta el coche de su hija, aparcado a menos de un kilómetro del lugar del crimen. «La seguí a poca distancia y la perdí un momento de vista. Cuando me la volví a encontrar de frente, iba vestida de otra forma, se había quitado la parka y la gorra y las llevaba en la mano», relató. Fue entonces cuando vio pasar a un coche de la Policía Local e irrumpió en la calzada para darle el alto. «Cuando volví a girarme la mujer ya no estaba y fue un hombre que estaba sentado en una terraza quien me indicó que se había metido dentro de un coche. Fue entonces cuando la vimos», aseguró.

En vista de la pruebas practicadas, tanto el abogado de la defensa de Montserrat y Triana, como el de la policía local Raquel Gago, solicitaron al tribunal que se deduzca testimonio contra el testigo «por no decir la verdad en su declaración». Ante la misma grabación de la llamada que supuestamente realizó Pedro Mielgo, su esposa manifestó primero que la voz no era la de su marido y tras la segunda escucha dijo que sí, que era su marido, pero «no le había reconocido porque estaba muy nervioso». En la prueba, presentada por la defensa de madre e hija, no consta el número de teléfono desde el que se realizó la llamada. El presidente del tribunal manifestó que decidirá en las próximas jornadas sobre la posible nulidad del testigo.

Se da la paradoja de que el policía que posibilitó la detención de las acusadas había estado destinado los últimos años de su vida laboral en la Comisaría de Astorga, bajo el mando de Pablo Martínez, el marido de Montserrat y padre de Triana. Sin embargo, no las reconoció cuando seguía a la mayor y luego se personó la joven junto al coche en el que ya una pareja de policías locales estaba identificando a su progenitora. «Les indiqué dónde estaba la mujer que había ejecutado a la otra mujer en la pasarela y al mirar en el coche y no encontrar el bolso en el que llevaba el revólver, volví sobre mis pasos para ver si lo había tirado en algún sitio del camino que habíamos recorrido, pero no vi nada», declaró. Para entonces el arma estaba ya, presuntamente, en el coche de Raquel Gago.

Al héroe de León las defensas intentaron por todos los medios ponerlo en evidencia. Lo que sí está claro es que no le tembló el pulso al salir corriendo para evitar que la autora del crimen huyese. «Si no llega a ser por él, a lo mejor las dos no estaban aquí, porque ¿quién se iba a imaginar que las asesinas eran la mujer y la hija del jefe de la Policía de Astorga?», se preguntó el fiscal.

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