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Triana Martínez, ayer, durante su declaración.
«Mi mamá me había dicho en 2012  que quería matar a Isabel Carrasco»

«Mi mamá me había dicho en 2012 que quería matar a Isabel Carrasco»

Declaró ignorar que Montserrat «vigilaba y seguía» a la víctima, con quien reconoció mantener una relación «muy estrecha», hasta «un episodio de acoso que viví en su casa»

OLAYA SUÁREZ

Jueves, 21 de enero 2016, 04:15

Triana y Montserrat comparten abogado con Ramoncín. El madrileño José Ramón García García ha conseguido la absolución para 'el rey del pollo frito', juzgado por apropiación indebida en la SGAE, pero justificar el crimen perpetrado por la madre y demostrar la inocencia de la hija es una tarea bastante más complicada. Las evidencias aplastantes juegan en su contra.

Ayer le tocó a Triana declarar ante los nueve miembros del tribunal popular que juzgan el asesinato de Isabel Carrasco, la que fuera presidenta de la Diputación de León. Negó cualquier implicación en los hechos y en su testimonio de más de cuatro horas de duración pronunció la palabra «mamá» unas 50 veces. Y no es un número al azar. Que si «estoy muy unida a mamá, se lo cuento todo y siempre hemos estado juntas», que si «iba a ser el cumpleaños de mamá, por eso ese día salí a mirar escaparates, para comprarle un regalo» o que «ni mamá ni yo queríamos que mi padre se enterase de que tenía unas facturas de móvil muy altas, por eso compramos un móvil prepago», entre otras muchas referencias. Eso sí, rechazó de forma tajante haber encubierto a su mamá después de que ésta le descerrajó un tiro por la espalda a la víctima y la remató con otras dos balas cuando yacía en el suelo de la pasarela del río Bernesga.

«Mi mamá me había dicho en 2012 que quería matar a Isabel Carrasco porque me estaba haciendo la vida imposible, pero yo le intenté quitar la idea de la cabeza, no sabía ni que había comprado un arma ni que la vigilaba y la seguía», dijo la joven de 36 años, leonesa y criada en Gijón.

Al igual que hizo el día anterior su progenitora -sus declaraciones siguieron el mismo guión punto por punto- aseguró que su relación con la presidenta del PP y de la Diputación fue «muy estrecha» durante dos años. «Cambió radicalmente conmigo desde el episodio de acoso que viví en su casa», manifestó. Según esa versión -que contó siete meses después de su detención- fue la propia Isabel la que le pidió que fuese a su casa a instalar unos programas en el teléfono móvil. «Le maravillaba que yo entendiese tanto de tecnología», puntualizó esta ingeniera de Telecomunicaciones. Una vez en el domicilio de la política, y tras servirle una copa de vino, supuestamente se le acercó y le dijo: «¡Cómo sois los de Astorga, qué bien hueles». Acto seguido, según su relato, la besó y la cogió por la cintura para que no se alejase. «Me entró y me dijo que le gustaba y que quería estar conmigo y que si me quedaba tenía mucho que ganar y muy poco que perder, pero no le hice caso, cogí el bolso y me fui corriendo», manifestó.

Corría el 2010 y por entonces Triana estaba a la espera de que se convocase la famosa plaza de funcionaria que Carrasco le había prometido para que pasase de interina de la Diputación a personal fijo. «A partir de ese día todo cambió, Isabel dejó de llamarme y me empezó a hacer la vida imposible, me perjudicaba en todo lo que estaba a su alcance, desde mandar a Hacienda que me persiguiese hasta impedir que ningún empresario me contratase o incluso que la gente quedase a tomar un vino conmigo», señaló. Durante el año 2011 llegó a perder 25 kilos de peso y, según ella, atravesaba una grave depresión, de la que no hay constancia en ningún registro ni parte médico. Una vez más, madre e hija se escudaron en sus 'chanchullos' para dar coartada a esa falta de constancia de los médicos sobre el estado mental de Triana. «Iba a un médico privado con el seguro de mamá, pero registraba la consulta como que había sido de ella para que así se ocupase el seguro y no costase nada», dijo. Ese facultativo en cuestión rechazó comparecer en el juicio como testigo de la defensa. «Es que es el hermano del jefe de bomberos de León y no quiere buscarle problemas», explicó Triana en un intento más de hacer ver que el mundo, y en particular la sociedad leonesa, está contra ellas. De hecho, durante su testimonio hizo hincapié en que esa supuesta manía persecutoria continúa incluso en el interior de la prisión, también por rencillas entre afiliados del Partido Popular. «Hay una funcionaria que es la esposa de un alcalde pedáneo del PP que no nos deja vivir», aseveró.

En ese momento Triana solicitó al juez poder beber agua y a su madre le faltó tiempo para levantarse de la silla y caminar hasta donde se encontraba su hija y ofrecerle una botella, actitud que fue reprendida por el presidente de la sala por levantarse sin consentimiento. Todo es poco para atender a su hija.

La chica puso pucheros -al contrario que Montserrat no lloró durante su intervención- al recordar lo mal que se encontraba anímicamente los meses anteriores a que Montserrat matase «a su calvario» y explicó que no quería «acabar como los hijos de dos compañeros de su padre que se suicidaron y como una compañera de colegio», refiriéndose a una chica de 17 años que estudiaba con ella en el colegio de La Asunción y que se quitó la vida cuando cursaban COU.

Del día de autos, aquel 12 de mayo de 2014, aseguró que no había preparado «ningún plan» con su madre y tampoco con Raquel Gago, a la que exculpó de toda responsabilidad. «No sé por qué le metí el bolso en el coche, no la quería meter en este lío, pobre...», llegó a decir con total frialdad.

De por qué se había hecho cargo del arma del crimen contestó apelando al cariño: «Me encontré con mi madre y vi que venía muy nerviosa y que tiraba un bolso a la rampa de una garaje, supuse lo que había pasado y cogí el bolso porque creí que dentro había un arma reglamentaria de mi padre y no quería que saliese perjudicado». «Yo llevaba una bolsa más grande y metí el bolso de mi madre dentro porque me pesaba, justo me encontré por casualidad con Raquel que estaba con el coche y no sé por qué, le metí la bolsa dentro con la idea de volver a por ella cuando encontrase a mi madre, pero ya no pude regresar», añadió.

La acusada contestó a las preguntas de su abogado, del fiscal y del abogado de Raquel Gago, pero se negó a responder a las cuestiones planteadas por las tres acusaciones particulares: la ejercida por la hija de la fallecida, la del compañero sentimental y la del Partido Popular. Montserrat, Triana y Raquel se enfrentan a una condena de 23 años de prisión por asesinato, tenencia ilícita de armas y atentado a la autoridad. El juicio en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de León continuará hoy con la declaración del policía nacional jubilado que presenció el crimen y siguió a la autora material.

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