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a. cubillas / MATEO BALÍN
Martes, 19 de enero 2016, 09:41
Tenía que matarla porque era ella o mi hija. Así de rotunda se ha mostrado Montserrat González, la asesina confesa de Isabel Carrasco que ha reconocido en reiteradas ocasiones el crimen en el que, según remarcó, no participó su hija ya que bastante problemas tenía ella. Es más, Montserrat aseguró que nunca habló con su hija de que iba a matar a Isabel el lunes 12 porque ni yo lo sabía. Fue una casusalidad. Yo estaba paseando por la zona, la ví y entendí que era el momento de matalar. Tampoco necesitó a Raquel Gago, según reconoció. "No ha tenido nada que ver Raquel Gago. ¿Cómo iba a meterlas? No tenían ni idea. Podría haberlo hecho otro día".
Además, Montserrat ha asegurado que no se arrepiente de haber matado a Isabel Carrasco porque de no ser así hubiera ido al entierro de su hija. "No estoy arrependida de lo hecho y lo digo porque si no, mentiría. Es que si no lo hago, hubiera ido al entierro de mi hija como fui al de los otros dos amigos. Si Javier García Prieto hubiera salido presidente de la Diputación de León hoy no estaríamos aquí.
Siguiendo el guión previsto, Montserrat González se ha sentando en el banquillo de las acusadas para limitarse a contestar únicamente a las preguntas de su abogado. Minutos pasadas de las 16:40 horas, se ha reanudado la primera sesión de esta vista oral con la declaración tras la exposición de las alegaciones previas de todas las partes.
Montserrat, la autora confesa del asesinato de Isabel Carrasco, ha asegurado que desde siempre ha mantenido una relación "muy estrecha" con su hija, de la que estaba pendiente todos los días hasta los 18 años que tuvo el problema de espalda. Una enfermedad, escoliosis, por la que se estrechó más su relación. Es más, Montserrat aseguró que su vida era su hija.
Montserrat, que ha estado jugando continuamente con el tapón de una botella, se mostró visiblemente nerviosa. "Ay, me pongo nerviosa", aseguró mientras relataba cuando su hija se afilió al Partido Popular, llegando incluso su letrado a pedirla que contestase y que dejase que terminase de formular la pregunta.
Posteriormente, Triana entró en la Diputación, un mes antes de la llegada de Isabel Carrasco, con la que mantuvo una buena relación. Es más, Montserrat aseguró que incluso la ayudó con Hacienda.
Una relación que se estropeó dos años después, continuó Montserrat, cuando Isabel "le dijo a mi hija que quería tener relaciones sexuales. Ella dijo que había salido corriendo. Desde aquello empezó mal todo".
En este punto, Montserrat recordó que desde la Diputación se había creado una plaza para su hija, siendo habitual que se hiciese entrega de las preguntas. Sin embargo, a partir de ese incidente de enero se rompió la frecuencias de las llamadas entre Isabel y Triana y se le negaron las preguntas de una oposición que aprobó el enchufado de Isabel.
A partir de ese momento, la mujer asegura que su hija fue víctima de una persecución por parte de Isabel Carraco, que empezó en el ámbito fiscal y laboral, ya que "muchos empresarios se negaron a contratar a mi hija porque detrás estaba la presidenta de la Diputación porque muchos nos lo reconocían".
El detonante llegaría cuando Mariano Rajoy rechazó que Javier García Prieto fuese presidente de la Diputación de León, insistiendo en que fuese Isabel Carrasco. En ese momento, fue cuando decidió matarla. "Sabía que era ella o mi hija porque Isabel no iba a parar", confesó Montserrat. Porque según su relato, estaba muy preocupada por lo que pudiese hacer su hija ya que una amiga en Gijón se había tirado al tren y otro hijo de un compañero se pegó un tiro.
Montserrat asegura que estuvo buscando armas por internet, con ayuda de su hija a la que le confesó que quería matar a Isabel Carrasco, pero ella me dijo que "no se me ocurriera, que no era solución y yo le dije que no". Sin embargo, Montserrat acudió a Gijón con una amiga para la compra de un arma sin que su hija se enterara. "Si llega a enterarse, mi hija se hubiese pegado un tirado. Bastante mal estaba y por eso decidí hacer lo que hice".
Sobre la búsqueda de silenciador, Montserrat aseguró que fue tras ver una película aunque finalmente "lo dejé" y remarcó que tan solo probó el arma en el momento de la compra ya que "sabía que la iba a matar de cerca".
Durante su declaración, Montserrat remarcó que su hija nunca supo de sus seguimientos a Isabel Carrasco y que "no necesité para nada a mi hija. De hecho hubo un día que la hubiese matado pero no llevaba el revólver encima. Mi hija ya tenía suficientes problemas".
Es más, Montserrat asegura que el día del crimen fue una "casualidad" porque ella desconocía que Isabel fuera a la sede del PP. "Yo estaba por allí como siempre y dio la casualidad que mi hija fue a comprar el regalo de mi cumpleaños por la zona".
Trastorno mental
Por la mañana, la defensa de madre e hija presentó un alegato centrado en la eximente por trastorno mental de la primera para reducir la calificación de la pena. Frente a los 23 años de prisión por los delitos de asesinato y tenencia ilícita que reclama el fiscal, el abogado defensor ha rebajado a seis años y medio por el primer delito y uno por el segundo. Es decir, admite que su cliente cometió el crimen, pero con reservas.
La deriva emocional fruto de la persecución referida, ha detallado el abogado, le generó a la madre "un trastorno de ideas delirantes que le producía un grave déficit en sus capacidades de conocimiento y voluntad, por cuyo motivo entendió que no tenía mas remedio que asesinar a Isabel Carrasco, por beneficio propio y de la humanidad", según una pericial del escrito de defensa.
La hija, por su parte, sufrió "un trastorno dependiente de la personalidad, con una especial vinculación con su madre". Para ella, su abogado ha reclamado la libre absolución por no tener relación con el delito de asesinato pese al posible encubrimiento del mismo.
Un crimen "casi perfecto"
El fiscal del juicio, Emilio Fernández, ha planteado un escenario radicalmente opuesto. Ha sostenido que las tres acusadas del asesinato en mayo de 2014 tuvieron el mismo grado de responsabilidad y ha recalcado que actuaron "con una frialdad y una precisión impresionantes". "Matar no es fácil y se trata, sin ningún género de dudas, de un asesinato ya que la víctima no tuvo ninguna posibilidad de defenderse", ha afirmado.
El acusador público ha recalcado que al tratarse de una víctima con relevancia política y cometerse el asesinato a plena luz del día, el crimen no se podría haber perpetrado "sin la colaboración necesario de todas para que tuviera garantías de éxito". "¿Quien iba a pensar que la mujer y la hija del comisario de Astorga (León) en coordinación con una policía local eran las autoras?", se ha preguntado el fiscal jefe de León después de asegurar que si no hubiera sido por el policía jubilado que presenció los hechos y propició la detención hubiera sido "imposible" descubrirlo. Fue un crimen "casi perfecto".
Además, el fiscal Emilio Fernández ha insistido en que las tres acusadas "no están locas" y que la realidad es que sentían un "odio profundo" hacia Isabel Carrasco. Fernández ha manifestado que en esta vista se va a juzgar a las supuestas asesinas y ha reprochado a las defensas que intenten probar la "maldad" de la dirigente política del PP. Ha agregado que el hecho de que Carrasco perjudicara a la hija de la asesina confesa "no es justificación para matarla y menos de esa forma tan cobarde".
Por su parte, la abogada de la acusación particular, Beatriz Llamas, que representa a la hija de Isabel Carrasco, ha explicado que el crimen estuvo "perfectamente organizado y estructurado", con un plan en el que "la figura de cada una de las acusadas es esencial", aunque Montserrat "fue la que tuvo más coraje y apretó el gatillo".
En el banquillo de los acusados se sientan Montserrat González, de 60 años, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco; su hija Triana Martínez, de 36; y la agente de la Policía Local de León Raquel Gago, de 42.
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