Los sueños rotos de la tragedia del rally de Carral

Si las siete muertes producidas a causa del accidente ocurrido el sábado en el rally del municipio de Carral (Coruña) son de por sí una tragedia, el drama se agudiza cuando se conocen las historias detrás de los nombres de las víctimas. Más aún cuando tras esos rostros se encuentran situaciones como la de Miguel Caridad y su pareja Ana Cayazzo; dos veinteañeros a punto de tener una niña. Tal y como relata la Voz de Galicia, la joven salía de cuentas hoy mismo, un gran regalo para el padre que cumplía, también hoy, veinticuatro años.

Candela. Este es el nombre que habrían decidido para su retoño, según el diario gallego. La vida que habían emprendido juntos llevó a Miguel, un gran aficionado al automovilismo, a cambiar el deportivo que utilizaba para participar en carreras por un coche familiar. La llegada del nuevo miembro era tan inminente que en Facebook se podían ver fotos de su futura habitación. La desdicha estuvo a punto de truncar la vida de estos veinteañeros el mes pasado; Miguel Caridad era nieto del enterrador municipal en el cementerio del municipio de Oleiros. Mientras ayudaba a su abuelo, sufrió un aparatoso accidente al caerle encima la lápida que estaba colocando en un nicho, salió ileso. Hasta entonces la fortuna les había sonreído.

La tragedia

Pero la casualidad quiso que, a pesar de situarse en un lugar "seguro" según las autoridades del consistorio de Carral, el Peugeot 206 XS que pilotaba Sergio Tabeayo se descontrolase tras una curva y se llevase por delante a más de veinte personas cuando apenas faltaba un kilómetro para la meta, entre ellas a Ana y Miguel. El incidente se elevó así a la categoría de desgracia para los concellos gallegos de Carral y Cambre. Además de Ana Cayazzo y Miguel Caridad, Laura Dubra, de 20 años, otra de las fallecidas, eran naturales de este último.

Carral también está de luto por la pérdida de cuatro de sus vecinos. Marcos Prego, un gran aficionado a los rallies, se encontraba viendo la carrera con su hijo. El pequeño sigue hospitalizado, pero su padre no corrió la misma suerte ya que el Peugeot de Tabeayo acabó con su vida en el accidente. A estas muertes se sumaron la de una madre y su hija, Sandra Ares y Aroa Manteiga, de catorce años. Ambas murieron atropelladas. Sobre las diez y media de la noche, una víctima más perdía la vida: Uxía M., una pequeña de 11 años que permanecía ingresada hasta entonces. En este momento permanecen todavía hospitalizadas cinco de los deiciséis heridos.