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Una «gran molécula artificial» impide la infección del ébola

Investigadores españoles diseñan una pelota envuelta de azúcares que, incluso si está en concentraciones mínimas, puede inmunizar frente al virus

BORJA ROBERT

Martes, 10 de noviembre 2015, 00:22

Una colaboración entre cuatro instituciones científicas españolas ha desarrollado una supermolécula capaz de bloquear, incluso en concentraciones muy pequeñas, la infección de una réplica artificial del virus del ébola. Con esta prueba, todavía conceptual y en un estado incipiente, abren un camino para el desarrollo de una nueva clase de fármacos con aplicaciones antivirales, antibacterianas o incluso capaces de luchar contra células cancerígenas.

Para lograr detener la infección, los investigadores -del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre (i+12), el Instituto de Estudios Avanzados de Nanociencia (Imdea) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM)- han diseñado una molécula gigante que se conecta con las células del cuerpo en la misma puerta, un receptor, que usaría el ébola para atacarla. Una esfera de átomos de carbono envuelta en otras doce pelotas similares, recubiertas a su vez de los azúcares que usa el virus como llave de acceso. Cuando llega éste ya están ocupadas y, por tanto, se queda fuera, desprotegido y a la espera de que el sistema inmunitario le dé caza y lo destruya sin haber logrado reproducirse antes.

De momento, esta técnica solo se ha probado in vitro -es decir, sobre células cultivadas en un laboratorio- y con un virus del ébola sin capacidad para reproducirse por una cuestión de seguridad. Puede, por tanto, que en el paso a las pruebas con seres vivos surjan toda clase de complicaciones que todavía no se han podido observar. «Hemos dado con una molécula muy atractiva, tenemos un buen asunto entre manos», asegura Nazario Martín, director adjunto de Imdea Nanociencia, investigador de la UCM y experto en fullerenos, las pelotas de carbono que forman el armazón de la supermolécula. «Pero ahora tendremos que pasar a los ensayos biológicos, así que aún queda mucho por recorrer».

«Esta gran bola de azúcar se ha construido a partir de una molécula de carbono, el fullereno C60», explica Javier Rojo, coautor del trabajo e investigador del Instituto de Investigaciones Químicas de CSIC. «Su estructura tridimensional, semejante a un balón de fútbol, ha permitido conectar mediante enlaces químicos hasta doce unidades más de este elemento. El resultado es una superestructura globular recubierta de manosa, el mismo tipo de azúcar que tiene el ébola en la superficie».

Pese a que los investigadores la califican de supermolécula, en realidad es unas diez veces más pequeño que el virus del ébola, que de por sí no es especialmente voluminoso comparado con otros patógenos. Aun así, al estar compuesta por doce pelotas que recubren a una central, logra ser efectiva incluso en concentraciones ínfimas. «Usar fullerenos nos permite mejorar entre tres y cinco órdenes de magnitud con respecto a otro tipo de moléculas con propósitos parecidos», señala el director adjunto de Imdea Nanociencia. Es decir, una sola de sus moléculas puede sustituir a entre mil y 100.000 de otro tipo. «Y además son muy fáciles de diseñar y de elaborar. Crearlas no requiere de procesos larguísimos de veinte o treinta pasos ni de síntesis complejas», sentencia.

La misma técnica creen que podría usarse con otros virus, o para otros muchos propósitos médicos. «Elegimos el ébola porque uno de los miembros del equipo, Rafael Delgado, es un experto en ese virus», afirma Martín. Pero el planteamiento básico de evitar que un patógeno pueda infectar a las células de un organismo bloqueando sus receptores antes de que llegue no es exclusivo de éste. «Empezamos a trabajar hace tres años, antes de que empezase la gran epidemia», recalca.

Aunque los fullerenos -el tipo de molécula a base de carbono más estable después del diamante y el grafito- se descubrieron hace treinta años, su desarrollo enfocado a sistemas biológicos apenas ha dado unos pocos pasos. «Probarse se ha probado, aunque con un éxito digamos que relativo», indica Martín. «Al menos yo no conozco ningún fármaco que los use, ni tampoco nanotubos ni grafeno».

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