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javier padilla
Sábado, 9 de mayo 2015, 02:12
La forma en la que un Gobierno (estatal, autonómico o local, según el modelo de financiación) gasta su dinero en sanidad es una buena forma de estudiar el lugar prioritario que en esa sociedad se otorga a la sanidad como parte fundamental del gasto social. Además, en nuestro país, el análisis del gasto sanitario puede ayudarnos a estudiar de forma comparativa de qué manera han invertido las diferentes Comunidades Autónomas el dinero en sus servicios de salud.
Recientemente se ha publicado el informe BBVA-Ivie (bajo el título Servicios públicos, diferencias territoriales e igualdad de oportunidades) en el que se analiza el gasto en servicios públicos fundamentales, incluyendo la sanidad en dicho informe; de él podemos extraer algunas conclusiones que nos pueden ayudar a comprender el pasado, presente y futuro de la sanidad en nuestro país, así como en sus diferentes Comunidades Autónomas.
En primer lugar, hay que resaltar que España atravesó una época de importante crecimiento del gasto sanitario, por encima del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), coincidiendo esto con la fase de expansión económica. Al llegar la crisis, sin embargo, este crecimiento no solo se detuvo sino que fue revertido, produciéndose un importante descenso del gasto sanitario especialmente al expresarlo como euros gastados por habitante. La magnitud de este descenso ha hecho que el gasto sanitario en la actualidad se sitúe (en euros por habitante) en cifras similares a 2008 en términos nominales, y a 2006 en términos reales. Es decir, el rápido crecimiento del gasto sanitario hasta el año 2009 ha vuelto a las cifras de antes de la actual crisis económica.
En segundo lugar, las cifras revelan importantes diferencias en el gasto sanitario de las diferentes Comunidades Autónomas. Según el informe BBVA-Ivie, en el año 2013 el Principado de Asturias (Comunidad Autónoma con mayor gasto sanitario por habitante) invirtió un 45% más en sanidad por habitante que Andalucía (Comunidad con el menor gasto sanitario según ese criterio), lo cual suponen 532 euros por habitante de diferencia al año. Las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana acompañarían a Andalucía entre las comunidades con un menor gasto. Hay quien podría argumentar que menores gastos sanitarios pueden estar reflejando excelencia en la gestión, de modo que se estuvieran consiguiendo similares (o incluso mejores) resultados en salud con una menor inversión económica; esto, que no dejaría de ser una hipótesis por demostrar, no parece verosímil viendo diferencias tan abultados entre las comunidades con mayor y menor gasto. Para que un sistema sanitario funcione bien necesita hacerlo con una eficiencia que permita maximizar los resultados obtenidos con los recursos utilizados, pero previamente a eso se debe haber dotado a dicho sistema de unos recursos suficientes para poder funcionar (lo que técnicamente se llama «sostenibilidad externa»); esos recursos menguantes son los que en los años de la crisis económica parecen poner en peligro la estabilidad de una parte importante de los sistemas autonómicos de salud.
Crisis económica
Otro de los aspectos importantes que debemos señalar es la forma en la que cada Comunidad Autónoma se ha enfrentado a la crisis económica en lo que a su gasto sanitario se refiere. Todas las comunidades han realizado recortes presupuestarios en materia de sanidad, oscilando entre una reducción del 7,9% en Cantabria y del 28,5% en Castilla-La-Mancha (media estatal 20,3%). Andalucía, Baleares y la Comunidad Valenciana eran las que presentaban un menor gasto por habitante en el año 2009, habiendo reducido su gasto en el periodo 2009-2013 en un 21,6%, 18,3% y 20,4% respectivamente, no sirviendo la crisis para reducir las desigualdades en este aspecto.
Por último, debemos señalar que las desigualdades territoriales vienen a sumarse a las desigualdades sociales amplificadas o atenuadas por el sistema de salud. Mientras que el nivel asistencial de Atención Primaria ha demostrado ser el que tiene una mayor capacidad para disminuir las desigualdades sociales en salud, éste ha sido durante el periodo 2009-2013 el más castigado presupuestariamente, siendo la Atención Hospitalaria la más conservada en lo que a financiación se refiere; de este modo, la forma en la que se ha abordado el presupuesto sanitario en tiempos de crisis también ha podido contribuir a generar mayores inequidades sociales añadidas a las inequidades territoriales.
En resumen, el gasto sanitario en España no ha conseguido estabilizarse; hemos realizado una rápida transición desde una dinámica expansiva a una de contracción del gasto, todo ello sin realizar reformas en los modelos de financiación que aseguren una estabilidad del gasto sanitario en el futuro. Además, existen importantes diferencias territoriales en el gasto sanitario que vienen a sumarse a las diferencias sociales que, en tiempos de crisis, ocupan un papel central en la discusión sobre cómo debemos gastar nuestro dinero en sanidad y, de forma más general, en servicios públicos fundamentales.
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