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Un rescate para el Tigray

Un rescate para el Tigray

Crisis humanitaria. La sección Asturiana de NTO y el misionero Ángel Olarán recaudan fondos para ayudar a la población de esta región etíope a tener lo básico

OSCAR G. NÚÑEZ

Lunes, 16 de agosto 2021, 01:54

Sin luz, sin agua, sin comida, sin medicamentos, sin cosecha y bajo la amenaza del retorno del conflicto armado a partir del próximo septiembre. Estas son las condiciones en las que se encuentran actualmente los habitantes de la región de Tigray, en Etiopía. La guerra, irónicamente desatada por la orden de Abiy Ahmed -un hombre con el Nobel de la Paz-, se ha cobrado ya incontables víctimas, los casos de violaciones se cuentan por miles y hay casi dos millones de personas en situación de hambruna, según denuncia la ONU.

Antes de la guerra hay quien recuerda Tigray como una región «llena de posibilidades», con «jóvenes de un talento excepcional» y sobre todo «con una población increíblemente acogedora». Nos lo cuenta en Gijón el padre Ángel Olarán, que lleva 30 años realizando funciones humanitarias en esa zona. «Llegué allí mientras se construía la escuela de secundaria St. Mary's de la Misión, y aunque yo no pude ayudar mucho en eso, sí que pude dedicarme a conocer a sus gentes», explica. «Eran capaces de invitarte a su casa y ofrecerte todo lo que tuviesen, con una amabilidad y una naturalidad envidiables, incluso aunque no hubiese nada que ofrecer», detalla. Aunque llegó a Tigray por la escuela, Olarán ha hecho mucho más que ser profesor: construcción de pozos y proyectos de depuración de las aguas, ayudar a mujeres que recurrían a la prostitución para sacar a sus hijos adelante, atender a enfermos de VIH, a ancianos y personas con discapacidad... Y un millar más de casuísticas que ha enfrentado junto a la gente de Tigray.

Uno de sus grandes retos llegó en 2012, cuando conoció a Mónica Valdés, coordinadora de la ONG No Te Olvidaré en Asturias y guía de montaña, junto a la cual se embarcó en el proyecto Shila of Tigray (shila significa águila en la propia lengua tigriña), que buscaba formar a la población local para ser guías turísticos -Tigray es una región que posee un inmenso patrimonio artístico en distintas iglesias y cuevas, además de unos paisajes únicos-, de forma que pudiesen acceder a un trabajo digno y a mejores condiciones de vida. Ambos colaboraron en este proyecto hasta 2017, cuando debido a la falta de recursos tuvieron que detener la formación y dedicarse a organizar nuevamente la escuela.

El último reto llegó cuando Ángel tuvo que volver a España por motivos médicos en 2020, ya que al tratar de regresar a Etiopía en noviembre se encontró con que el día 4 había estallado la guerra contra Tigray. Saquearon los colegios, las casas, los hospitales y las fábricas; arrasaron con los campos y el ganado; asesinaron y violaron; cerraron las fronteras e impidieron el paso de comida, agua y luz; aislaron a Tigray internacionalmente y prohibieron el acceso de la ayuda humanitaria e impidieron el acceso de la prensa. Los crímenes contra la humanidad han sido una constante durante más de ocho meses para la población de Tigray, y aunque desde el comienzo del conflicto desde la ONG NTO y otras de su entorno, así como Ángel Olarán, han estado intentando recaudar fondos para ayudarles a conseguir lo más básico, la situación avanza muy lentamente, ya que el gobierno de Etiopía regula con cuentagotas el acceso de las ONG y los medios de asistencia que reciben. «Como suele decir Ángel, un euro, que es lo que nos cuesta un café a nosotros, supone desayuno, comida y cena para una persona en Tigray», sentencia Mónica. «Y está en nuestra mano ayudarles a que puedan salir adelante», anima.

El genocidio que viven los tigriños es una de las grandes crisis humanitarias que asolan el mundo actualmente, y la falta de información provocada por el bloqueo de Etiopía hace que sus efectos se magnifiquen. La diáspora que están viviendo actualmente, así como las diversas violaciones de los derechos humanos, son algo a lo que la humanidad debe hacer frente de forma conjunta, y desde el coste de un café hasta el sudor de un voluntario, toda ayuda puede cambiar una vida.

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