Secciones
Servicios
Destacamos
mercedes gallego
Viernes, 25 de septiembre 2015, 08:14
Jorge Mario Bergoglio nunca había puesto los pies en la isla de Manhattan. Ayer descendió en helicóptero sobre esta hoguera de las vanidades, a la hora en la que el sol se pone sobre la Estatua de la Libertad y los neoyorquinos salen quemados de sus oficinas. Los claxon sonaban con más estridencia que nunca, porque la policía de Nueva York había cortado las avenidas que suben hasta la catedral de Saint Patrick, que le planta cara al Rockefeller Center en la isla de los millonarios.
más información
La multitud le esperaba curiosa tras las vallas instaladas a ambos lados de la Quinta Avenida, donde el rascacielos en el que Donald Trump ha puesto su apellido en letras doradas se convirtió en uno de los últimos puntos a los que se podía llegar sin pasar una seguridad digna de aeropuerto, que incluía tarjeta de embarque para la procesión papal.
El 'Papa del Pueblo', como lo ha bautizado CNN en su cobertura ininterrumpida de esta visita, ha adquirido en Estados Unidos la talla de una estrella de rock, sin distinción de colores políticos o religiones. Si en Washington la mayor parte de los curiosos que aguantaron estoicos durante horas para verlo pasar fugazmente eran baptistas, en Nueva York volvieron los católicos a las calles. Y a las Iglesias.
Era esto último lo que tenía al arzobispo Timothy Dolan "feliz como un niño", confesó sin reparos. "En esta Iglesia hemos tenido muchos años de malas noticias, pero por fin el papa Francisco nos está devolviendo la fe".
El año pasado Dolan firmó decenas de decretos ordenando el cierre de parroquias, algunos de cuyos feligreses llevaron su indignación hasta El Vaticano. La archidiócesis fue implacable. Desde 1991 el número de católicos en la ciudad se ha mantenido ajeno al crecimiento de la población, a pesar de la llegada masiva de inmigrantes hispanos, el de sacerdotes ha caído casi a la mitad y el porcentaje de católicos que va a misa es apenas del 12%. Mientras, los impuestos se han disparado a la altura de los rascacielos y el suculento precio del suelo ha tentado a la archidiócesis. Después de hacer las cuentas, Dolan ha preferido deshacerse de las iglesias que necesitaban reparaciones y aumentar con su venta la cuenta bancaria, para pagar así las facturas legales que han dejado tantas demandas de abusos sexuales.
Ha nacido un mito
Por eso, aunque Francisco I no entrase a la ciudad por el Cañón de los Héroes, el recibimiento en la catedral neogótica tuvo el rugido de las multitudes desgañitadas, que aplaudían hasta pelarse las palmas de las manos. Ha nacido un mito.
Con ese baño de multitudes el primer Papa latinoamericano, con el que cuentan los obispos estadounidenses para aumentar sus rebaños, pasó por delante de Tiffany y Gucci sin imaginar cuanta avaricia tenía detrás. Así de ajeno sonó también cuando advirtió de los peligros de ser demasiado celoso de "nuestros tiempo libre", palabras estas que los estresados neoyorquinos casi no conocen. "Gratitud y laboriosidad", dos pilares de la vida espiritual que el Papa dijo querer compartir con los neoyorquinos, que trabajan sin descanso para pagar la media de 3.245 que cuesta un apartamento de un dormitorio, según Rent Jungle.
Eso sí, el Papa no se pierde las noticias sobre el dolor del mundo, por lo que inició su primera homilía en Nueva York, donde estará apenas 39 horas, con un sentido duelo por la tragedia de sus hermanos musulmanes en La Meca, siempre en español.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.