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e.c.
Viernes, 20 de febrero 2015, 12:38
Unas fotografías familiares han resultado ser claves para salvar la vida de un niño. Tina, la madre del pequeño Taylor Treadwell se dio cuenta de que en las imágenes su hijo tenía un extraño brillo en uno de sus ojos. Al principio le quitó importancia, «pensé que fue por el brillo de la cámara».
Pero al ver que la anomalía se repetía, preguntó a los médicos, los cuales le confirmaron que su hijo tenía un retinoblastoma, un agresivo y mortal cáncer de ojo, que afecta sobre todo a los niños. A Taylor se le diagnosticaron tres pequeños tumores en el ojo izquierdo y uno más grande en el derecho.
Por suerte, resulta que el simple flash de una cámara es capaz de detectar este tipo de enfermedad, haciendo que la pupila tenga un color blanquecino en las fotografías. Una fácil manera de asumir la enfermedad a tiempo y que pueda ser tratado antes de que sea tarde.
El tumor más grande dejó a Taylor sin visión en el ojo derecho. El niño estuvo cuatro meses recibiendo quimioterapia. Según explica su madre, los médicos han señalo que la sangre vuelve a circular por su globo ocular por lo que tal vez Taylor pueda recuperar algo de vista. En cualquier caso, la prontitud con la que actuaron permitió que la enfermedad remitiera. «Es difícil creer que una foto haya salvado a mi hijo», señala Tina.
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