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FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO
Sábado, 14 de octubre 2006, 03:58
QUIEREN cerrar el limbo de los niños. Con ello quedarían sólo dos infiernos en el centro de la tierra, que, según el padre Astete, llegaron a ser cuatro: infierno de los condenados, purgatorio, limbo de los niños y limbo de los justos.
El último fue destino de los que morían en gracia divina, pero se clausuró con el descenso del Redentor al infierno, que no era otro que el de los justos; el limbo de los niños, en cambio, ha seguido durante veinte siglos más llenándose de criaturas muertas sin uso de razón y sin bautismo, en cantidades innumerables: hasta seis millones al año, según la FAO, mueren de hambre, y más en los países no cristianos, especialmente donde no hay ni agua para cristianar.
Así que la geografía escatológica, que tanto nos costó entender en las misteriosas clases de Doctrina, se nos cambia y desaparece o se cierra para siempre el Infierno de los inocentes.
Parece ser que su existencia no era una verdad de fe, sino sólo una hipótesis teológica: a esa conclusión llegó el Papa cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
¿Y adónde van los que en el limbo estaban? La comisión teológica que estudia el asunto dice que quedan en manos de la misericordia divina, lo que no deja de ser una metáfora piadosa y nada dice de nuevo porque en ellas supongo que estamos todos, salvo los dejados de la mano de Dios. Pero, en fin, doctores tiene la Iglesia...
La cosa se complica más cuando se pone en duda ya la mismísima existencia del infierno de los condenados: los teólogos sostienen mayoritariamente que no es un lugar. Y si no es un lugar, nadie estará en él, ni siquiera Satanás, ni las calderas de pez hirviente que atiza Pedro Botero -digo yo- ni a él nos podrán llevar; así que si no hay infierno -cambiando un poco la expresión de Iván Karamazov-, todo nos estará permitido.
Tampoco parece muy sostenible la existencia del purgatorio, al menos para los creyentes: los cepillos de las ánimas benditas suelen estar llenos de telarañas. Y, además, la Iglesia ya no necesitará de indulgencias ni bulas para financiarse: más efectivo es marcar con una cruz la casilla correspondiente de la declaración de la renta, que en adelante dará un 0,7% del IRPF del contribuyente que quiera marcarla.
De todo lo anterior se deduce que los territorios interiores de la madre Tierra quedan desocupados de los tradicionales espíritus que la habitaban; en cuanto a los malignos, ya había descubierto Bush que se movían por la superficie, asentados en los ejes del mal. Y si algún 'okupa' llega a las antiguas residencias del Averno, lo hará solo para los fuegos de artificio de un ensayo nuclear. Y el limbo no será más que una hermosa tierra de Babia para retirarse del mundanal ruido.
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