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El superior general de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Jesús Etayo, charla con un usuario del Marítimo acompañado por el hermano Pascal Ahodegnon y la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón.
«Son las personas las que importan»

«Son las personas las que importan»

Usuarios del Marítimo charlaron con los responsables de la Orden de San Juan

JESSICA M. PUGA

Jueves, 22 de octubre 2015, 04:46

La intensa actividad en el Sanatorio Marítimo de Gijón denota que algo está pasando tras sus muros. Son sus usuarios los primeros en querer sumarse al ajetreo, contagiados por la acción de sus familias, maestros, cuidadores y, en definitiva, todos aquellos que saben que una parte del Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2015 les pertenece como parte de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Por eso que la institución gijonesa acogiera uno de los actos centrales de su programa previo a la ceremonia de entrega del galardón era lógico. A él asistieron algunos de los máximos responsables de la orden, los hermanos Jesús Etayo y Pascal Ahodegnon, superior general y cuarto consejero general, respectivamente.

Fue un encuentro íntimo, al que acudieron varios usuarios, familiares, trabajadores y voluntarios del centro para hacer balance de su labor, recordar a quienes ya no están y poner voz a quienes ahora más que nunca necesitan que estén, como los refugiados. Una conversación a micrófono abierto en la que poder resolver dudas e inquietudes mutuas pues, como especificó Eloy Castelo, director gerente del Marítimo, «estamos en casa».

Los usuarios se interesaron por la labor de los hermanos visitantes, la repercusión del premio fuera de Asturias y hasta quisieron ahondar en las tareas del director general y en su trato con el Papa Francisco. «He compartido con él tres tardes, dos acompañados y una más en privado, y puedo decir que es tal y como parece, una persona sencilla, atenta y que escucha con cordialidad», explicó Etayo, quien apuntó que «ojalá nos dure mucho». La crisis del ébola fue uno de los puntos clave de la charla, primero porque fue uno de los motivos que hicieron decantarse al jurado por su elección; y segundo, porque en la sala estaba un hermano africano que desarrolló su labor en Liberia en plena ebullición de la enfermedad. «Da miedo cuando lo piensas, claro, pero cuando recuerdas que tu misión es estar al servicio de la gente, el miedo se olvida», señaló el hermano Ahodegnon.

Los trabajadores quisieron reflejar en una carta sus ideas y objetivos. Juan Cobo fue el encargado de leerla y dejar claro que la sociedad necesita «ejemplaridad» y remarcar que «aunque nuestra labor no tiene el prestigio de las finanzas» estamos aquí porque «son las personas las que importan». El acto contó con la presencia de la alcaldesa de la ciudad, Carmen Moriyón, quien señaló que «como gijonesa, llevo al Sanatorio Marítimo en el corazón».

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