Secciones
Servicios
Destacamos
Al final, la balanza se inclinó hacia la filosofía y el compromiso con los valores democráticos y Michael J. Sandel (Minessota, EE UU, 1953), «uno de los más relevantes intelectuales contemporáneos» y «tal vez el catedrático más prominente de América», según 'The Washington Post', ... es ya el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018, al que optaban treinta y cuatro candidaturas de dieciséis nacionalidades.
Con su galardón, «el jurado premia una obra ejemplar sobre los fundamentos normativos de la democracia liberal y la defensa tanto de las virtudes públicas como del pluralismo de concepciones del bien en nuestras sociedades». O, en palabras de la integrante del jurado y también filósofa Adela Cortina, «en un momento en el que tanto se está hablando de las posverdad en el ciberespacio y en las redes, un filósofo que trata de encontrar la verdad a través del uso público de la razón en sociedades pluralistas, entendiendo que hay distintas gentes que tienen distintas propuestas de vida feliz y de vida buena, pero que tienen que encontrar unos elementos mínimos de justicia para construir su sociedad y hacerlo buscando la verdad a través del diálogo, nos parece que es un referente extraordinario».
También la directora de la Real Academia de la Historia, catedrática y consejera de Estado Carmen Iglesias destacó este extremo: «La fuerza del diálogo socrático, la fuerza de poder llegar a un acuerdo entre unos y otros es fundamental. El uso que hace de la verdad para la justicia pública. Es decir: hay una lucha constante frente a la posverdad, frente a la mentira, porque no es más que eso, y, por lo tanto, la necesidad de que la verdad sea un elemento fundamental para la justicia».
Pero es que, además, Sandel, profesor de Filosofía Política en la Universidad de Harvard y representante destacado de la teoría comunitarista, corriente surgida a finales del siglo XX contraria a posturas individualistas y liberales, es un filósofo mediático, que utiliza las redes sociales para reflexionar y llegar a públicos de todo tipo en multitud de foros cibernéticos, como también destacó Adela Cortina: «No solamente es un filósofo de raza, sino que, cuando parece que un filósofo debería ser alguien esotérico, alguien al que la gente no sigue, él tiene la capacidad de llegar a muchísimas personas. Le sigue mucha gente. Algunos son especialistas y otros no. Y es fundamental tener una figura como la de Sandel capaz de llegar a todos esos públicos y potenciar ese diálogo y esa deliberación para resolver los problemas por el diálogo y nunca jamás por la fuerza. Hemos querido premiar eso porque es un referente verdaderamente indiscutible».
Lo demuestra el éxito de sus lecciones, que imparte en el Teatro Saunders de Harvard y cuyas 1.117 plazas se deben sortear a comienzos de año dada la elevada demanda, lo que llevó a la Universidad a grabarlas para ofrecerlas a través de internet y de la televisión y convertirlas así el primer curso de Harvard difundido de forma gratuita a lo largo de su historia, que han visto ya millones de personas. Pero es que, además, según datos de la Universidad, desde principios de los ochenta, más de 15.000 estudiantes han asistido a su asignatura de Justicia.
Otra muestra de que Sandel, cuyas clases y ponencias se basan en el método socrático y cuyo objetivo es que la juventud utilice más la razón y se aleje de comportamientos relacionados solo con el beneficio económico y los intereses personales, ha logrado llevar la reflexión a un público global planteando cuestiones éticas en debates abiertos y públicos en los que promueve el diálogo entre la audiencia son sus conferencias por todo el mundo, en las que defiende una línea de pensamiento que se basa en la defensa de una justicia orientada al bien común donde los gobiernos puedan intervenir para evitar los excesos de la economía de mercado y las desigualdades sociales.
O, como explica el economista Emilio Ontiveros, otro de los miembros del jurado, «relativiza el poder que tiene el mercado para que no solamente se interprete la asignación en los asuntos económicos, sino que incluso se extienda a otros ámbitos de la vida social, de la vida política e incluso personal. Más allá de otras consecuencias, pone en su sitio al mercado como institución y como mecanismo de asignación y lo limita, fundamentalmente, a la actividad económica».
Es, en suma, apuntó el catedrático de Sociología y de Dirección Internacional de Empresas Mauro Guillén, todo «un premio a las ciencias sociales porque ha hecho contribuciones a la ciencia política, a la filosofía y también a la economía». Algo especialmente relevante en un momento en el que «uno de los grandes problemas que tenemos es la distribución de la renta y de la riqueza y la falta de solidaridad, algo que es muy importante que hay que seguir poniendo sobre la mesa. Que tenemos que encontrar políticas económicas que permitan no solamente crecer, sino también crecer con igualdad».
Y, es también, añadió el politólogo francés Sami Naïr, que se refirió a Trump sin citarlo, «una manera de lanzar un mensaje especial para nuestros amigos ciudadanos de Estados Unidos. Se les dice que nuestra elección es la del debate y el diálogo y no la de la fuerza ni la vulgaridad intelectual y política que está imperando por ahí. Sandel es un gran intelectual, viene de la tradición de Rawls, de la tradición de la teoría de la justicia, y hacer hincapié sobre esta temática de la justicia para la democracia liberal y, en especial, para los Estados Unidos, cuando sabemos cuál es la situación de los inmigrantes, de los que están expulsados de este país, es una señal importante».
Pero tampoco España ha escapado a sus reflexiones porque, durante su estancia aquí en 2011 para presentar uno de sus libros, editado por Debate, el profesor de Filosofía Política advirtió de que, en una democracia, los votantes son también responsables de las decisiones de sus gobernantes aunque no estén de acuerdo con ellos, dado que les habían conferido el poder para adoptarlas.
Además, incidió en que la responsabilidad moral se transfiere de una generación a otra y que, igual que los americanos deben afrontar la injusticia histórica de la esclavitud o los alemanes las del nazismo, «todos los pueblos deben enfrentarse y reparar los daños históricos, también los españoles».
«El olvido no es bueno. Hay momentos en los que debemos perdonar incluso los crímenes más graves para poder recuperar una sociedad cohesionada, pero no hay que confundir el perdón con el olvido», señalaba en una entrevista en la que emplazaba a cada país a responsabilizarse de su pasado al margen de que haya una jurisdicción universal que persiga los crímenes contra la humanidad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.