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O. VILLA
Viernes, 2 de junio 2017, 03:18
Todo lo concerniente a los procesos en los que está involucrado el otrora líder indiscutible del sindicalismo minero y peso pesado del socialismo asturiano está envuelto en una parafernalia de escenas que, cuando menos, parecen obedecer a un guión. Cinematográfico. Y no inocentemente cómico.
Si el pasado miércoles la abogada de Villa, Ana Boto, trataba de eludir con el remedo de dos ladridos («guau, guau», les dijo) la nube de periodistas que trataban de obtener alguna novedad sobre la situación judicial del exsindicalista, ayer, ante los juzgados de Oviedo, se produjo una nueva escena que, al menos, restó tiempos y espacios informativos al exsindicalista y los centró en la abogada. A la salida de los juzgados, los periodistas se arremolinaron alrededor de García Boto para pedirle alguna información sobre el procedimiento al que Villa se había sometido. Ella trató, de nuevo, de eludirles, y una de las profesionales tropezó con la letrada, pisándole una alpargata por accidente. Boto se la quitó y la mostró, indignada, levantándola sobre su cabeza y recriminando a los periodistas la supuesta presión a la que la sometían: «Dejadme en paz, señores 'televisadores', miren lo que me hace la prensa, dejadme en paz, es lo que me faltaba, que me pisen». La periodista radiofónica se disculpó repetidamente: «Fue sin querer, fue un accidente», pero la abogada no atendía a razones y, sabedora del poder de la imagen, seguía quejándose, incluso dijo que el pie le dolía «mucho» y que iba a presentar una denuncia contra la joven profesional, tras preguntarle «¿para qué medio trabajas?». Podría parecer que la escena obedecía, sin más, a la tensión, pero entre los profesionales se recordaba ayer que Boto y Villa comparten llamativos rasgos en sus respectivos ámbitos. Ambos son consumados estrategas y siempre han sabido dominar la escena pública y la imagen para favorecer sus intereses. Boto, que a la salida de la anterior comparecencia de Villa en el juzgado llegó a hacer ver a una redactora que podría recibir un bolsazo, no ladró inocentemente el martes, y fue mentalmente rápida ayer para reaccionar a un pisotón accidental con una escena.
Tal vez el asunto merece sesudos análisis, pero la calle también dicta veredictos al calor del momento. A la llegada de Villa al juzgado, una señora le increpó: «Dios está haciendo justicia con esta sarta de chorizos que tenemos».
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