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Debate con dudas

Los tres candidatos proclaman su federalismo y proponen aplicar la reforma constitucional como medio para recuperar la relación entre Cataluña y el Estado

ANTONIO PAPELL

Lunes, 7 de julio 2014, 16:41

Los tres candidatos a la secretaría general del PSOE han mantenido hoy un debate aseado, condicionado como es natural por el hecho de que son rivales en su organización y no competidores ideológicos, que debe haber arrojado alguna luz al cuerpo electoral de 200.000 militante socialistas que habrá de pronunciarse el próximo domingo pero que ha iluminado poco a la opinión pública sobre los futuros derroteros del socialismo a partir de esa fecha.

Los tres aspirantes han tenido el acierto de hacer autocrítica, y entre los tres han enumerado una retahíla de errores más o menos recientes que habrían sumido al PSOE en su actual postración: desde la reforma del artículo 135 de la Constitución a presiones de Europa hasta el indulto del banquero Alfredo Sáenz, pasando por el nombramiento de Fernández Ordóñez para el Banco de España, por la no petición vehemente de una comisión de investigación en el 'caso Bankia' y por no haber derogado el concordato con la Santa Sede. En definitiva, la ejecutoria de Zapatero-Rubalcaba ha sido cuestionada en varios de sus términos, lo que ha resultado sin duda saludable (precisamente, la imposibilidad de que Rubalcaba, protagonista de primera fila en la etapa anterior, impidió esa autocrítica y provocó la marginalización del PSOE).

Pero más allá de este borrón y cuenta nueva que parece necesario para quien deba rectificar el rumbo y emprender una nueva etapa, lo único claro en los tres candidatos ha sido una inconcreta voluntad de izquierdización del partido, que parece lógica si se piensa que en las elecciones europeas subió el voto de izquierdas mientras bajaba el apoyo al PSOE. En este sentido, y aunque la tendencia ha sido notoria, los matices han resultado difícilmente distinguibles.

Los tres han proclamado su federalismo y han propuesto aplicar la reforma constitucional como medio para recuperar la relación entre Cataluña y el Estado, si bien Sánchez niega cualquier referéndum consultivo y los otros dos han mostrado mayor condescendencia. Y los tres han prometido primarias en otoño para la designación del candidato a la presidencia del Gobierno.

Del debate surgen, en definitiva, muchas dudas. Porque si lo que realmente se buscase es un secretario general, los tres cumplirían cabalmente con su papel, pero, como es natural, la apuesta es más ardua y a más largo plazo, y de lo que se trata es de formalizar un liderazgo (Pérez Tapias ha descartado ser candidato a la presidencia del Gobierno). Y en esta cuestión, el envite no resulta sencillo: Madina y Sánchez son valores al alza sin contrastar, y sólo la experiencia y el paso del tiempo podrían consolidar el prestigio personal y la capacidad de seducción y arrastre que harían de ellos un líder indiscutible.

Todo queda, en fin, un tanto confuso, máxime cuando hay quien piensa que la recuperación de la izquierda debe pasar por una gran aventura integradora bajo un liderazgo sólido y firme, capaz de emular la trayectoria del Partido Democrático italiano.

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