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DIANA DE MIGUEL
Lunes, 22 de mayo 2006, 02:00
Unos pastos compartidos entre cabañas ganaderas de Mieres y León y un propietario, el Consistorio mierense, tratando desde hace décadas de hacer valer sus derechos, de saber quiénes y cuándo comen en sus prados. Es la historia del puerto de Pinos, 900 hectáreas de pastos comunales que año tras año provocan interminables quebrados de cabeza a vaqueiros y responsables locales.
Los primeros, acusan al Ayuntamiento de haber dejado el puerto en sus manos pese a «somos nosotros los que pagamos la hierba». Los segundos, prometen cambios. Hace unos meses la Corporación mierense aprobó por unanimidad la reforma del reglamento que regula el uso del puerto, en la actualidad en fase de exposición pública, con el objeto de impedir que las reses leonesas siguieran malogrando año tras año los pastos antes de que se abriera oficialmente la temporada. «Si te rebajan el primer pasto ya no sale en toda la temporada», explica Santos Sánchez, guarda del puerto.
El nuevo texto obliga a las cuatro juntas vecinales de León amparadas por el derecho a pastos en el puerto, Candemuela, Villabusán, San Emiliano y Pinos, a someterse a lo que el Consistorio asturiano marque. No obstante, a apenas quince días de que se abra oficialmente la temporada, en el puerto sigue reinando el caos.
Los responsables locales todavía no han recibido el listado de la relación de ganado de León que acudirá este año al puerto, pero ya hay un centenar de yeguas leonesas pastando y más de 120 vacas. «Llevo aquí cuatro años y sólo lo recibí el primero», asegura Sánchez.
El pasado jueves, los miembros de la Comisión de Ganadería del Consistorio mierense, presidida por la edil Clementina Carreño, visitaron los pastos para verificar la situación y decidir la apertura oficial de la temporada. Carreño está convencida de que si Mieres no regula el puerto «como propietaria que es» será imposible mantener los pastos.
La intención del Ayuntamiento es lograr que todos los ganaderos, asturianos y leoneses, suban su ganado al puerto a partir de junio ya que, al subirlo en abril como hacen los leoneses, se limita la cantidad de pasto aprovechable para las reses asturianas.
Es el único punto en el que parecen estar de acuerdo los ganaderos asturianos y los responsables municipales aunque para los primeros «la mano dura llega demasiado tarde». Así lo atestiguan varios ganaderos de la localidad mierense de Insierto. Algunos de ellos se han visto obligados a dejar de subir las vacas a Pinos. «Mantener cada vaca me costaba al día 160 pesetas pero cuando llegaban, la hierba buena ya estaba comida», explica Francisco J., prefiere no dar su nombre completo «para evitar problemas».
Mejoras necesarias
No era la única dificultad a la que tenía que hacer frente en Pinos. «El Ayuntamiento sólo se ha preocupado de mejorar la casa de Mieres y los accesos y nos obligaba a cerrar el puerto con nuestros propios medios», denuncia. Dice que «la desmoralización era demasiado grande para tan poca hierba».
No obstante, no puede evitar recordar los años en que el puerto era compartido por apenas 600 reses, frente a las más de 1.000 vacas y 300 novillas, sólo de la cabaña asturiana, que suben actualmente al puerto. «A ellas les gustaba subir, podían tardar hasta ocho días en llegar y , aunque parezca increíble, conocían perfectamente el camino», dice.
Lo cierto es que los ganaderos consultados aseguran desconocer el nuevo reglamento del Puerto de Pinos: «Nunca nos dan explicaciones de nada y tampoco nos escuchan». Tampoco se creen que el Ayuntamiento de Mieres esté tramitando el prindaje de reses leonesas que pastan ilegalmente.
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