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OPINIÓN ARTICULOS

Alberto Vega: la luz usada

FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO

Sábado, 20 de mayo 2006, 02:00

«LA luz usada» es título de un libro de Alberto Vega. Lo tomó de Gil de Biedma: «La luz usada deja / polvo de mariposas entre los dedos». Y es antítesis del ideal estético de trascendencia ultraterrena que para Fray Luis debiera representar el arte: «El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada». Quizás la luz usada sea la suma final de nuestra existencia, la cifra que expresa cuantitativamente las horas vividas, y la luz no usada, la nostalgia de otras vidas.

Se nos acaba de morir Alberto Vega, a quien pocos años de luz usada le concedió el destino. Sus lectores sabemos que con él desaparece una de las voces más auténticas de la poesía en Asturias. Decir del poeta langreano que es poeta de la experiencia es prácticamente decir nada, y tal vez clavar su nombre con un alfiler de taxonomía poética sirva para poner en olvido los frutos personales, inconfundibles de su creación.

«No quisiera morirme sin haber vivido, / sin haber exprimido el zumo de mis horas / (...) / Soy transparente a la luz de la memoria. / Vuelvo a calzar los pasos en mis zapatos viejos. / Y lamo las heridas del tiempo en estos versos». Así empieza y termina el 'Soneto disonante'", el último poema de su último libro publicado, 'Estudio melódico del grito'

La muerte de un poeta y amigo joven te golpea con fuerza el corazón y obliga a volver compulsivamente a lo que dejó escrito como buscando eso tan irracional que llaman premonición. Desde esa conmoción acabo de releer en orden regresivo, cronológicamente hablando, 'Estudio melódico del grito', 'Historia de un nudo', 'La luz usada', 'Para matar el tiempo', 'Cuaderno de la ciudad', 'Memoria de la noche', 'Brisas ligeras'.

En algún artículo se definió como un pobre juntaletras. Tal vez quería sólo juntarlas para llegar, como Antonio Machado, a unas pocas palabras verdaderas.

El poeta langreano lo dice así: «Unas palabras, encontrar tan sólo unas palabras / y dirigirlas a todos y a cualquiera. / Pero de uno en uno: irrepetibles y secretas ».

Las palabras de Alberto son palabras cotidianas («palabras de familia gastadas tibiamente») que nos hablan de las heridas del tiempo, del zumo luminoso o sombrío de las horas vividas.

En la dedicatoria de tu premio Ateneo Jovellanos, Alberto, me dejaste escrito que toda la historia de las relaciones humanas no es más que la historia de un nudo.

La muerte no podrá romper el que te sigue uniendo con tus lectores, con este lector que quiere dejar aquí tan sólo unas palabras tuyas, por ejemplo las que titulaste 'Mayo': «La mañana es un recodo interminable / cuando aguardan dos zapatos junto al sueño. / El oro de las horas, la búsqueda, la tarde. Luego una lluvia / de dados en la sombra (Las noches, esas vírgenes)».

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