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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
OVIEDO.
Jueves, 11 de enero 2018, 02:18
El informe sobre las condiciones de protección contra el fuego del Auditorio de Oviedo, encargado al arquitecto José Luis Pérez-Lozao, ya está sobre la mesa del alcalde y no es fácil de digerir. El profesional propone ejecutar una serie de obras por ... fases para minimizar su impacto en la actividad y alcanzar, tras la ejecución de todas ellas, el cumplimiento de la normativa exigible cuando se aprobó el proyecto, la de 1996. Pero algunas cosas no volverán a ser como eran. Incluso tras las obras que propone, la sala de Cámara no podrá usarse de forma simultánea con la Polivalente, seguirán existiendo limitaciones de aforo en la salas de reuniones -'aulas', en el informe- de la tercera planta, también para el restaurante y terraza en la misma altura o para el uso de los vestíbulos del edificio.
En concreto, el arquitecto describe tres fases de obras independientes para adaptar, respectivamente, el área de instalaciones técnicas, las oficinas de la OSPA y la sala de Cámara; el sótano (salvo la sala de exposiciones y la cafetería), la planta inferior de las salas Principal y Polivalente y las oficinas de Congresos; y una última para todo el edificio. Sugiere también que las fases propuestas pueden subdividirse o hacerse en otras combinaciones, siempre que la adecuación de la parte alta (anfiteareo) de las salas Principal y Polivalente se haga después de haber mejorado la seguridad de los recorridos de evacuación.
El documento amplía un primer informe, encargado al mismo profesional, y a raíz del cual la jefa de Edificios y Patrimonio propuso la clausura del edificio, como adelantó este diario. El equipo de gobierno capeó el problema encargando nuevos dictámenes a la jefa de Bomberos y a Pérez-Lozao. La primera, tras comprobar la resistencia al fuego de algunos materiales, aceptó mantener en uso el edificio pero limitando su aforo a tan solo 1.500 personas -el de la sala Principal sin los palcos- y dejando de usar la planta tercera y los sótanos, lo que ha obligado a trasladar decenas de actos a otros equipamientos municipales o a limitar por contrato el aforo para los conciertos de 'Les Luthiers' anunciados para noviembre, por ejemplo.
El problema era de fondo. El edificio no cumplía ni las condiciones de seguridad exigibles cuando se inauguró o, en palabras de la concejala de Infraestructuras, Ana Rivas, «el Auditorio es un edificio ilegal, no cumple la normativa ni estando lleno ni estando vacío». De hecho, en el Ayuntamiento falta documentación del proyecto y directamente no hay constancia de sus dimensiones reales. Pérez-Lozao expone que «la ausencia total de compartimentación resistente al fuego» convierte al edificio diseñado por Rafael Beca en un «único sector de más de 18.000 metros cuadrados». También, la falta de protección de las escaleras de evacuación o la insuficiencia de las salida de la planta baja, aplicando la hipótesis de bloqueo, y la existencia de recorridos de evacuación con longitudes superiores a los 50 metros.
Todos estos problemas son de diseño, «de origen», y para superarlos la palabra que más se repite en el informe es la de «compartimentar». La mayor parte de las obras propuestas están dirigidas a dividir el edificio en sectores protegidos inferiores a los 2.500 metros cuadrados, máximo que establece la normativa. Solo en el atrio se crean cuatro: uno el atrio general, que correspondería con los laterales de la planta baja que dan a la iglesia redonda y Pérez de la Sala y el vestíbulo de acceso a la sala Principal, y los otros tres: el de las oficinas de la OSPA, la sala de exposiciones y la cafetería y el vestíbulo lateral de la sala Principal en la primera y segunda planta.
No son las únicas divisiones. El Auditorio es un queso gruyere. Hay que tabicar pasos, cerrar luminarias, huecos de ventilación y, una vez compartimentado el edificio, toca proteger y medir las posibles evacuaciones. La principal medida es cambiar las puertas actuales por otras resistentes al fuego, crear vestíbulos sectorizados y abrir una nueva puerta a la calle Faustino Roel. Todas las obras, según los plazos fijados por el arquitecto, podrían ejecutarse en 15 meses y costarían unos 700.000 euros.
Es una estimación. Algunas cosas son complicadas. Para garantizar la seguridad de la sala Principal y Polivalente es necesario ampliar la cobertura de los rociadores y para ello, ampliar el aljibe hasta los 50 metros cúbicos. Solo entonces podrán montarse la red de aspersores en la sala técnica sobre las butacas. Habrá que hacerlo colgando de la cubierta dada la falta de resistencia del suelo y luego agujerear el techo para colocar las bocas rociadoras.
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