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idoya rey
Lunes, 8 de mayo 2017, 07:48
El cole del hospital, además de difundir conocimiento, ese derecho de todos los niños, tiene algo de terapéutico. Los alumnos que pasan por alguna enfermedad o lesión encuentran en las aulas escolares la rutina de cualquier niño y a un profesorado volcado. Solo hace falta pasar una mañana observando esas aulas escolares para descubrir la complicidad entre alumnos y profesores y la entrega de unos maestros que han dejado sus puestos en diferentes centros para atender las aulas hospitalarias. Un servicio que implica para ellos coger el coche y desplazarse hasta cualquier punto de la región donde haya un niño que precise escolarización domiciliaria. Porque esa es una de las señas de identidad del servicio en Asturias: además de impartir las clases en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), son los únicos en España que coordinan al mismo tiempo la atención domiciliaria.
Un día en el cole del HUCA arranca a las nueve de la mañana con la organización del trabajo por parte del profesorado de Primaria, Secundaria y Pedagogía Terapéutica. Allí reciben información de todos y cada uno de los niños de entre 3 y 18 años que han ingresado en el centro. Cada día, de media, en el hospital hay unos 35 niños en edad escolar. Los maestros organizan el trabajo entre los ingresos de corta, media o larga estancia y actúan con cada niño en función de su estado. «Lo primero que hacemos es pasar por las habitaciones de nuevos ingresos para que las familias nos conozcan y dejamos algún juego o libro», explica Rosa García, coordinadora de las aulas hospitalarias. Si la hospitalización es para pocos días invitan a los niños a acudir al cole del HUCA. Otra cosa distinta es la organización del trabajo para aquellos niños con estancias más largas.
Cuando el ingreso se prevé para más de un mes, el profesorado de las aulas hospitalarias contacta con los centros educativos de los niños y prepara un plan de trabajo para que estén al día de su nivel académico. «Se presta el servicio a todos los niños sin distinción, sin descartes por centro de procedencia o incluso de otras regiones. Hay muchos niños cuyo progreso educativo depende de nosotros», recuerda, consciente, García. De hecho, esa es la razón de ser del proyecto que arrancó en los años 80. «Somos una medida de atención educativa para dar respuesta al derecho a la educación», describen.
Una vez organizado el trabajo del día, a las diez de la mañana comienzan las clases de Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. Desde esa hora y hasta mediodía los alumnos que pueden se desplazan hasta las aulas repartidas por el HUCA. «No olvidamos que esto es un hospital y en cualquier momento puede venir un médico para llevarse a los alumnos a realizar pruebas. La comunicación con el equipo sanitario es constante», cuentan. El resto de la jornada, los maestros se desplazan por las habitaciones donde puede haber niños que por su estado permanecen encamados o que son mayores de 14 años y están ingresados en otras áreas, por ejemplo en traumatología. Nada se les escapa del control. «El registro que tenemos es minucioso. Realizamos mucho trabajo administrativo porque la media son 35 alumnos al día, pero no son los mismos todos los días y hay que tener muy en cuenta las circunstancias de cada niño», insisten.
Servicio a domicilio
Cuentan los maestros que este servicio de aulas hospitalarias siempre ha estado mimado por la Consejería de Educación. «Siempre se ha intentado cubrir las necesidades en función de las posibilidades existentes y por eso apareció la atención domiciliaria», comenta Rosa. Hace años las convalecencias de los niños eran muchos más largas. También entonces caer en una enfermedad así suponía dar el curso por perdido. Ahora la recuperación es domiciliaria y la educación también se ha trasladado a las casas. Cada niño de Primaria y Secundaria recibe tres veces por semana la visita de los maestros del HUCA (siete con sede en Oviedo y uno en el Hospital de Cabueñes de Gijón), algo que, subrayan, «no son clases particulares».
«No queremos que la gente piense eso. Se imparten seis horas lectivas y se planifica una cantidad de trabajo amplísima para que los alumnos desarrollen la tarea durante toda la semana», aclaran. Los maestros del HUCA se desplazan allí donde sea necesario, porque «la cuestión geográfica no puede tenerse en cuenta en un servicio público». En lo que va de año ya han recibido más de cincuenta solicitudes para ese servicio a domicilio en el que se crean lazos «muy especiales». Con los alumnos, pero también con las familias. Rosa no olvida que ellos conocen a las familias «en su peor momento» y lo que tratan es de actuar con «prudencia y comprensión». «El problema de la educación no es de los padres, es de la escuela y eso es lo que tenemos que hacer, que ellos no se preocupen por esto», relatan.
Solo hay un paso que les gustaría dar algún día cercano: que los alumnos de Bachillerato tengan también la asistencia domiciliaria. Ahora mismo no existe el servicio, pero los profesores del HUCA realizan las gestiones necesarias para que esos estudiantes con problemas de salud puedan hacer sus exámenes en el centro hospitalario. «Nos coordinamos con los centros. Por su estado muchas veces no pueden desplazarse a los institutos, pero sí pueden hacer los exámenes en el hospital».
Por si fuera poco toda esta actividad, hay que añadir una programación de actividades complementarias muchas tardes del curso escolar, con aulas de nuevas tecnologías y con biblioteca en el hospital. Las aulas están abiertas todo el día y los maestros son todo implicación, aunque no niegan que muchas veces es duro, pero muchas otras «sientes que de verdad estás ayudando».
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