Secciones
Servicios
Destacamos
GONZALO DÍAZ-RUBÍN
Lunes, 24 de abril 2017, 01:28
En 1305, Oviedo dejó de ser «corte en lejano siglo» que dormía la siesta a la sombra de su Catedral, entonces en plenas obras de construcción de su actual fábrica gótica. Por sus calles se cruzaban canteros, maestros, gascones, judíos, clérigos y un puñado de burgueses. Era una ciudad pequeña, tal vez de unos 5.000 habitantes, pero que se agitaba y trataba de desembarazarse del dominio episcopal. La Iglesia, basándose en la supuesta renuncia de la reina Urraca en 1112 en favor de San Salvador y de su cuestionable obispo Pelayo «de toto Oveto cum suo kastello et tota sua mandatione», había ido ganando terreno y retenía el nombramiento de un tercio de los oficiales concejiles y cobraba un tercio de todos las rentas y derechos devengados por el ejercicio de dicho poder jurisdiccional.
La ciudad se agita. En 1297 los concejos de la Ribera de Abajo y Oviedo otorgaban una carta de hermandad por la que los moradores de aquel, así como los de los lugares de Cellagú y Latores, entraban en la vecindad y dependencia del concejo ovetense. Poco tiempo después, el 14 de mayo de 1305, Fernando IV concedía al concejo de la ciudad «por su término et alfoz», las parroquias de Priorio, Puerto y Caces.
Oviedo se convertía un capital de un territorio de nuevo. De uno pequeño e incapaz de alimentar a su población, pero el de 'Nora a Nora' fueron las fronteras del municipio, hasta los añadidos de Trubia y de Tudela Veguín en el siglo XIX. Pero las fronteras no están tan claras ni siquiera hoy en tiempos de satélites, ortofotomapas y geolocalizaciones. «Al elaborar el mapa de parroquias rurales nos hemos encontrado bastantes sorpresas», expone el concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo. Un equipo formado por un arquitecto, un geógrafo, un topógrafo y un medioambientalista se han pasado un año pateando el municipio para descubrir y fotografiar, por ejemplo, que se ha robado un monte entero. «Las fronteras administrativas no coinciden. Ni las urbanísticas. Ni las nuestras con las del Principado ni con las de los concejos limítrofes», expone el edil. Frente a Entrepeñas hay un monte: «El Principado nos lo da nuestro, pero en nuestra cartografía es de Langreo y en el Plan General, también».
Para el concejal se trata de disfunciones menores, que en ocasiones tienen consecuencias: «Podemos estar dando licencias en otros concejos y, al revés». No es el caso del monte perdido de Entrepeñas, «no es edificable», pero hay otras zonas que generan más problemas.
Doble licencia
El Nalón también es frontera de Oviedo desde que el municipio absorbió al pequeño y antiguo concejo de Tudela, incapaz de pagar sus deudas a mediados del XIX. Pero los límites no están claros. Junto a Las Segadas, frente a la térmica de Soto de Ribera , en un pequeño espacio coinciden la autopista A-66, la vía férrea, varias infraestructuras eléctricas y suelos edificables en la ladera que baja hacia el río. En esa esquina, el PGOU de Oviedo y las normas del concejo vecino se superponen y, para complicarlo más, la delimitación del Principado queda en medio. «Ha habido un caso de un vecino que nos pidió licencia y luego tuvo que sacar otra en Ribera de Arriba», expone el concejal.
Es una zona más sensible, como otros lindes con el pequeño concejo riberano, «porque existe cierta presión urbanística». Y hay sitios peores. «Zonas sin ley», resume el concejal. A lo largo de la carretera Si-5 y del camino de Moreo a Limanes se alinean casas de labor y algunos chalés. La zona es atractiva, soleada, orientada al Este y próxima a Colloto, pero incluye una franja de terreno «de unos 200 metros de ancho que no es ni nuestra ni suya, de Siero, expone el concejal. «En teoría, ahí alguien podría hacer casi cualquier cosa y sería dudoso intervenir o pararlo», aclara.
El vuelo americano
Las líneas dejan varios espacios en blanco más. Los límites, incluso con el Nora de por medio, entre Oviedo y Llanera tienen varios agujeros. En unos 'gana' el concejo vecino, en otros es el alfoz de la capital el que sobre la cartografía 'invade' la otra orilla del río. Sucede también con Las Regueras, aunque su trascendencia es menor: el paisaje protegido de los Meandros del Nora frena las posibilidades de construir. Arreglar «estos desajustes», asume el concejal, «llevará años». En lo urbanístico, supondrá coordinarse con los concejos vecinos para que sus respectivos planeamientos 'encajen'; con el Principado, un modificación del mapa de parroquias, pero administrativamente mover los límites de un concejo «es muy difícil».
A cambio, Oviedo ha ganado algo que no tenía: un conocimiento exhaustivo de su zona rural. La nueva cartografía se apoya en el ortofotomapa que encargó el Ayuntamiento en 2015. Con el apoyo del famoso 'vuelo americano' -la primera cartografía fotográfica completa del país, hecha, en dos series, entre 1946 y 1956-, permite comprobar nuevos errores. La delimitación de los núcleos rurales tiene «fallos».
Picu Pando, en Pintoria, está deshabitado en la estadística municipal tan solo porque el mapa deja fuera las casas, edificios que no son nuevos, ya aparecen en las fotos en blanco y negro de hace medio siglo. Con la comparación, también se ve lo que se ha perdido: suelos agrarios o fincas ganderas. «Nunca hemos tenido un Plan General, solo uno urbano. La zona rural estaba sin mirar», concluye el edil.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.