A la caza de los pokémon

Pokeparadas, cebos, incienso, gimnasios... Son términos que a la fuerza más de uno va a tener que acostumbrase a escuchar si están al tanto del útimo vicio en videojuegos: 'Pokémon Go'. Esta aplicación móvil ha desatado la locura hasta el punto de organizar 'pokekedadas' para cazar pokémon, que de eso va este juego.

El centro comercial del Calatrava se convirtió ayer en una especie de safari a la caza del Pikachu más evolucionado, porque claro, no todos los pokémon son igual de importantes. «El truco está en cazar muchos del mismo tipo para así lograr que evolucionen», explicó Beatriz Arbizu, que participó en la 'pokekedada' de ayer.

Asegura que esta aplicación no es ningún «vicio» y tiene sus argumentos a prueba de cualquiera que así lo califique: «El Pokémon Go es bueno para nuestra salud porque nos obliga a caminar. Además también nos ayuda a conocer lugares monumentales de la ciuadad que de otra forma igual no iríamos a visitar».

Sin embargo, para la salud de Ana, que tiene 22 años, no resulta tan positivo. «Estoy estresadísima. No tengo wifi y no puedo cazar pokémon», se quejaba ante una de las entradas del centro comercial reconvertida en 'pokeparada'.

Este término se refiere a un lugar de la ciudad en el cual se colocan cebos o inciensos, a modo de trampas, para que acudan los 'pokémon' y poder darles caza. «Son como las flores rojas que atraen a las abejas para recoger el polen», explicó Beatriz Arbizu a los profanos en esta caza.

El centro comercial de Calatrava ofreció ayer tres 'pokeparadas': una en la entrada principal, otra en la posterior y una tercera, al lado de la iglesia de los Santos Apóstoles. «No hay mucha gente, la verdad», afirmó Alejandro Fernández. «Hay más en la del Campo San Francisco». Alejandro Fernández, en la tarde de ayer, cazó 119 pokémon de los 150 que existen. Con ellos se puede acudir a un 'gimnasio' donde competirán por equipos. «Son tres, el rojo, el azul y el amarillo. Los dejamos en el gimansio para que combatan y si ganan nos llevamos monedas que servirán para comprar utensilios para los pokémon», explicó Fernández, mientras su amiga Ana continuaba desesperada sin poder cazar nada. La wifi se puso del lado de los pokémon.

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