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SUSANA NEIRA
Domingo, 25 de octubre 2015, 00:43
En 1860 se construyó el primer barrio obrero de Trubia, separado por el río de la fábrica de armas. Unas viviendas con fraguas en sus bajos y levantadas, con el General Elorza al frente de la dirección, en lo que era un depósito de carbones. Así se cruzó el puente y arrancó la construcción del barrio de Junigro, con tres bloques residenciales. Un primer paso para crear en Trubia un verdadero poblado, con casas señoriales para los mandos y modestas para los obreros, con teatro, casino o economato, alrededor de una jerarquizada factoría. Un patrimonio que permite hacerse una idea de su importancia, cuna de la industrialización en Asturias, pero muy olvidado y que los expertos y vecinos reclaman que se proteja y recupere para evitar un mayor deterioro.
El geógrafo y responsable de la asociación vecinal, Manuel Antonio Huerta, ejerció ayer de guía de la última de las tres visitas organizadas con motivo de la I Jornadas de Patrimonio Cultural tituladas 'Patrimonio industrial. ¿Patrimonio oxidado?' que han permitido acercarse a la fábrica de armas de La Vega, la de gas y este recorrido por Trubia, que siguió atento el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos. Encuentros que finalizaron ayer por la tarde en el Teatro-casino, otro de los símbolos de la fábrica, con la charla titulada 'Cuatro siglos de la fábrica de armas de Trubia. Desarrollo Industrial frente a conservación patrimonial. La urgente necesidad de un Plan Director', moderada por el profesor universitario de Historia Germán Ojeda.
La importancia de Trubia fue tal que «hasta hubo un proyecto para hacer un tranvía», destacó Huerta durante el recorrido, que incluyó el paso por el puente del Norte, arreglado tras una disputa entre administraciones y reclamado durante más de 15 años por el vecindario. Unos pasos más allá, el grupo se paró en una antigua central eléctrica antes de llegar al barrio de Soto, «con una cronología de viviendas desde finales del siglo XIX al XX». Unos inmuebles de propiedad privada de camino a los pabellones de la Bombilla, en manos del Ayuntamiento y en un estado, lamentable. «Hay un índice de envejecimiento importante en Trubia y se podría hacer un centro de día. El Principado no lo hará por cuestiones de ratio pero podría abrirse con la iniciativa privada».
La casa del empresario José Fuente y sus edificios aledaños fueron otro de los puntos del recorrido, al igual que el edificio de la Escuela de Aprendices, reutilizado como Instituto de Enseñanza Secundaria. Fue considerada la primera, al menos de España, y cerró sus puerta hace casi cuatro décadas, El taller de tanques, la iglesia y la vivienda del director y de los oficiales, así como el puente 'de los señores' permitieron avanzar en el paseo, dejando atrás otro de los inmuebles de actualidad. Una nave de ladrillo donde el Ayuntamiento baraja, en colaboración con el Ministerio de Defensa y Santa Bárbara, crear un centro de interpretación de este pasado industrial, menos ambicioso que el museo militar cuyo convenio se firmó en 2003 y que nunca se llegó a ejecutar, pero un primer paso para recuperar la historia de la localidad.
Antes de finalizar, tras los muros de la fábrica, Huerta destacó la importancia del taller de artillería, de 1840 y que sufrió diversas reformas. «Si Trubia es la Catedral de la industrialización en Asturias, esto es la Cámara Santa», comparó. Con una repaso a las características de la fachada principal de la factoría terminó el trayecto. Trubia quiere que estos inmuebles también formen parte de su futuro.
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