Rufo, «un verso libre» muy querido en Oviedo

A la estatua de Woody Allen y Mafalda le ha salido un gran competidor de fotografías y selfies. Rufo, siempre acompañado de Manolín el gitano, que no le deja solo ni a sol ni sombra y cuenta una y otra vez a los curiosos que se acercan que el perro «era el mi amigu», se encuentra ya para siempre en la esquina de Doctor Casal con Uría.

Un animal singular y cariñoso que merodeaba por la zona y que se ganó el cariño de muchos ovetenses. Aún le recuerdan 18 años después de su muerte. Con su estatua, su historia vuelve a revivir. «Siempre fue un verso libre», describe Javier Gómez, que aún tiene en la retina las imágenes de Rufo a la entrada del teatro Campoamor los días de Ópera. «El día del estreno siempre se ponía en la puerta y veía pasar a todo el mundo. Cuando cerraba la puerta, se iba», recuerda con cariño, valorando la iniciativa popular para recordar a este can que «sabía todo lo que pasaba en Oviedo».

La imagen ha gustado y mucho. «Me recuerda mucho a mi perro, King, que murió en octubre», lamenta María Pilar Gutiérrez, quien también se acuerda de aquellos años en los que Rufo callejeaba. «A mí también me encanta. Es igual que él, solo por ponerle una pega, que solía estar más bien echado», valora Maribel Alas, que destaca también la inteligencia del can. «Solo pasaba cuando el semáforo estaba en verde», menciona como anécdota.

La ubicación, al lado de la farola, sí ha creado un pequeño debate. Aunque todos destacan que es muy visible y entrañable, otros temen que algún peatón o conductor despistado «se lo lleve por delante», advierte Isauro Sánchez, quien también aplaude la iniciativa de la estatua, creada por Sara Iglesias.

Allí seguirá Rufo y, al menos en estos primeros días, Manolín: «Está pasando mucha gente y estamos muy contentos. Hace 18 años que se murió este animal y lo siento con todo mi corazón, yo le quitaba mucho el hambre. Como dijo Rivi, de la noche a la mañana se lo llevó Dios», lamentó a la vez que, como hizo el día de la inauguración, espera tener una estatua propia.