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Israel Sastre frente al arco que se conserva en el Campo del desaparecido monasterio románico de San Isidoro.
«Veo una puerta a otra dimensión, algo cósmico»

«Veo una puerta a otra dimensión, algo cósmico»

MIGUEL FORASCEPI

Domingo, 30 de agosto 2015, 00:37

Los pinceles, brochas y las artes plásticas siempre fueron la gran pasión de Israel Sastre García. Nacido el 10 de noviembre de 1974, hijo de Joselín y Eloísa, siempre tuvo claro que lo suyo era plasmar con arte todo aquello que le parecía curioso. Se considera alguien que trata de hacer feliz a los demás, y con sus obras trata de lidiar los problemas con una pizca de humor.

El rincón favorito de este ovetense es la antigua puerta del coenobio de San Isidoro que se conserva en el Campo San Francisco. «Me imagino que es una puerta a otra dimensión, algo cósmico, sideral, para mi tiene una connotación metafísica» comenta. Se decantó por este lugar gracias al consejo de su hija Carmen. «Le pregunté a mi hija, y me contestó que mi lugar tenía que ser este. Sabe que todos los días vengo aquí a patrullar y comer un paquete de pipas», ríe. Además del parque, también tuvo en mente otros lugares muy especiales para él, como el Diario Roma de la calle Mon por «pura afinidad y mimetismo con el lugar» y «otros muchos». La elección no fue fácil.

Tiene recuerdos infantiles del parque. «Recuerdo cuando mis padres me traían a ver los osos y a jugar con otros niños, era nuestro campo» explica. Como apasionado del parque, también tiene experiencia en dar de comer a los patos, una tradición que intentó traspasar a sus hijos.

En su niñez, acudió al colegio del Palacio de Granda, en donde estuvo desde los 4 años hasta la mayoría de edad. Después comenzó a trabajar. De su juventud destaca lo normal y efímera que fue: «No tuvo ninguna peculiaridad, lo único que podría decir es que viví muy rápido las etapas», comenta.

Su vida profesional está ligada al arte desde siempre, pero no de forma profesional. Todo cambió en un certamen organizado por Red Bull. «Seleccionaron un cuadro mío para hacer una exposición itinerante por 85 países. Los cuatro asturianos que fueron conmigo eran muy competentes, y me eligieron a mi como la sorpresa», recuerda.

Sastre no se considera un artista. Está tan centrado en la creación que no sabe en qué disciplina del arte situarse. «No sé dónde enclavarme, creo que mi rama es la de despertar inquietudes en la gente y darles un empujón para que empiecen a crear». Aunque busca diversos soportes para trabajar, Israel trata de que todo lo que hace tenga un factor común, alegrar a quien lo ve. «Puedo empezar dibujando una farola, y acabar representando una bodega de frixuelos, por ejemplo», ríe.

Muchos le recuerdan por iniciar el movimiento de la alcayata en el museo de Bellas Artes. «La idea surgió de la forma menos romántica del mundo. Pasaba por delante, vi la alcayata sola sin el tablón de los horarios, y sentí su llamada. Al siguiente día que pasé, volví a verla, y colgué una foto mía sujetando un marco. Puse de título: 'Apadrina una Alcayata Proyect'». A la gente le hizo gracia, y la secretaria general del museo, Susana García Villanueva, le ofreció que se hiciera cargo de que todos los jueves se colgara una obra distinta. Tal acogida tuvo la idea, que ahora mismo tienen una lista de espera hasta marzo de 2017.

Además de su rama pictórica, forma parte de dos grupos de rock. Talego Kini, con un «rock gamberro», y Los Enigmáticos en los que tiene como cometido seguir alegrando a la gente.

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