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ANA SALAS
Domingo, 12 de abril 2015, 00:46
Un recorrido por el exterior del conjunto monumental con miembros de la asociación de vecinos de Olloniego solo lleva a pensar en lo que un día pudo ser el lugar que ni siquiera ellos conocieron esplendoroso. La presidenta Carmen Barbosa junto a Amaya Suárez, Paula Pérez y Arturo Rodríguez, observan cómo el deterioro va en aumento. «En el puente romano hay dos árboles» y temen que si no los eliminan, de raíz, acabarán desplazando los sillares de la construcción llena de maleza con un pequeño pasadizo que permite acceder a la parte superior. Construido sobre el río Nalón sirvió para cruzarlo y como punto de cobro de impuestos, quedó seco tras una fuerte riada en el último cuarto del siglo XVII que desvió su cauce. «Es curioso que Olloniego, que siempre vivió del río, ahora no tenga ninguno», piensan. Las mujeres de la localidad eran «las lavanderas de Oviedo». Se construyeron «tres o cuatro lavaderos» para que pudieran blanquear las ropas que ensuciaban en la capital. De ahí las imágenes antiguas que se conservan, como la que puede verse en esta página, donde las ropas aparecen secando sobre un puente que aún conserva sus cinco ojos. Una tradición que incluso los vecinos actuales recuerdan. Como a los últimos habitantes, Covadonga y Saturno, que abandonaron ya un conjunto ruinoso en los años 30 del siglo pasado.
Lejos de su memoria quedan «los corredores y las columnas que rodeaban un palacio que debió ser maravilloso con un montón de naranjos alrededor». De aquello, sin embargo, poco permanece. Naranjos, solo uno. «Somos el pueblo de las ruinas», dicen mirando a su alrededor, entre el palacio y el cementerio que custodia parte de la iglesia románica. Conscientes de su realidad, sin embargo, ahora ven más cerca la posibilidad de que los restos de aquel palacio se conviertan en parte del presente de la localidad.
Escuela taller
Apoyan el planteamiento de Izquierda Unida de que una escuela taller se encargue de la rehabilitación. «Daría trabajo a 40 personas durante unos cuantos años», asienten sin saber si la actuación de estos estudiantes será de limpieza y adecuación del entorno o incluirá tareas de restauración. «En las Cuencas hay ejemplos de edificios rehabilitados por escuelas taller», sugieren pensando en Bustiello. Para la definición de la escuela aún hay que esperar. Para la aprobación del plan municipal, algo más. Los vecinos son pacientes: «Si llevamos décadas esperando podemos hacerlo un poco más».
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