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Idoya Rey
Miércoles, 1 de abril 2015, 00:13
Las vistas desde lo alto del edificio de servicios de la fábrica de gas dejaron ayer miradas tan excitantes como preocupantes. Ese patrimonio industrial en pleno centro de la ciudad que observaban los ojos de los miembros de SOS Cultura hacían volar la imaginación sobre un futuro centro cultural gestionado públicamente, sin precarizar el trabajo de los artistas, con un presupuesto acorde a la ambición del proyecto y con uso de todo el patrimonio que se esconde tras los muros de las calles Paraíso y Postigo Bajo. Eso es lo que deseaban, aunque el plan especial para el recinto fabril iniciado en 2008 no contempla, al menos a día de ayer, esa posibilidad.
En ese plan, ya firme, el Ayuntamiento tiene la potestad de uso en el citado edificio de servicios y también se mantendrá para uso público la marquesina diseñada por Ildefonso Sánchez del Río. Sin embargo, el edificio de entrada a la fábrica de gas desde Paraíso, de Joaquín Vaquero Palacios, azulejado en azul, y el de la nave de la Sociedad Popular Ovetense que mira al Postigo podrán ser derribados, salvo sus fachadas. «Me ha escandalizado ser consciente de todo lo que se va a perder. Ese patrimonio tiene que conservarse y el plan especial revisarse para que se conserven todos los edificios inventariados. Además un centro de creación no tiene sentido sin un espacio expositivo», planteaba tras la visita guiada Luis Feas, miembro del colectivo.
No obstante, entre el Ayuntamiento y la empresa propietaria HC existe un principio de acuerdo para la cesión de uso de la base de la estructura del gasómetro como centro expositivo. «Si se cediera el gasómetro y la nave de la Popular Ovetense podría ser un centro de cultural, sino se quedará poco más que una casa de cultura». Porque según los miembros del colectivo que ayer visitaron la fábrica, los espacios no son demasiado amplios.
La idea, inicial y abierta a cambios, es que en parte de esos despachos y salas que ayer pisaron se establezcan talleres para creadores. Y ahí el colectivo, con cicatrices que ayer afloraron, teme que la intención sea no remunerar a los artistas. «No dudo de los contenidos interesantes de los creadores locales y de los que se puedan imantar con este centro, pero dudo del cómo. No se pude precarizar la creación artística y que esto sea un voluntariado artístico», comentaba Paula Alonso.
El técnico cultural del Ayuntamiento Chus Neira fue quien les animó para que solicitaran la visita guiada al recinto y ayer insistió es que la intención es que el proyecto esté plenamente consensuado entre la comunidad artística y los vecinos. «Estas visitas son la primera actividad de la fábrica de gas. Lo importante es empezar a trabajar y dar forma al proyecto», ofreció Neira.
La otra gran suspicacia que generó la visita fue la del tipo de gestión que tendrá el centro. SOS Cultura defiende que sea pública. «Si la Fundación Municipal de Cultura hubiera tenido un consejo de participación como reclamamos ya estaría hecho», insistió Carmen González. Ese paso, recordó Neira, aún está por decidir. Lo que toca ahora es definir el proyecto que al menos comienza con el buen pie: todos coincidieron en elogiar la apertura de la fábrica.
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