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Olaya Suárez y Cristina Tuero
Gijón
Viernes, 22 de junio 2018, 14:40
Dos octogenarios fueron encontrados muertos a última hora de ayer en su domicilio de la calle Felicidad, en el barrio gijonés de Ceares. Ambos fallecieron por disparo. Se trata de Daniel Suárez, de 87 años, y su esposa Maruja Álvarez, de 83. ... La Policía investiga ahora si se trata de un suicidio pactado, después de que en la vivienda se encontrase una nota en ese sentido. Los cadávares fueron hallados en el comedor del piso. El de la mujer se encontraba sobre un sofá y el de su marido yacía en el suelo a sus pies. Los disparos se efectuaron con un arma rudimentaria, una pistola fabricada en casa. El matrimonio había abandonado en los últimos días la residencia geriátrica en la que vivían para regresar a su domicilio conyugal. Presumiblemente tenían la idea de poner fin a su vida, aunque será la autopsia que practiquen hoy los médicos forenses la que arroje luz a la investigación policial. Según el entorno del matrimonio, el marido era el encargado de de cuidar de su mujer, que tenía problemas de movilidad.
Las sobrinas encontraron los restos mortales poco antes de las 11 de la noche y alertaron a los servicios de emergencia. Los primeros en personarse fueron los sanitarios del SAMU, que solo pudieron confirmar la defunción de los dos ancianos. Hasta lugar se trasladaron agentes de la Policía Nacional. La investigación corre ahora a cargo de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM), cuyos mandos se personaron en el piso de Ceares poco después del hallazgo de los dos cuerpos sin vida. En el domicilio, además de la nota escrita con frases en las que mostraban su intención de quitarse la vida, los agentes encontraron una importante cantidad de dinero a la vista.
La autopsia ha determinado que los dos octogenarios hallados muertos en su piso de Ceares fallecieron por disparos de bala recibidos en sendas sienes derechas. Dos tiros certeros que, según señalan fuentes policiales, fueron acordados previamente por el matrimonio. Fue el hombre, Daniel Suárez, el que empuñó primero el arma contra su mujer, Maruja Álvarez, para, a continuación, descerrajarse a él mismo un tiro en la cabeza. Se trata de una pistola de fabricación casera, hecha con un tubo y una empuñadura de madera.
Acababan de regresar de una breve estancia en una residencia geriátrica de Oviedo. «Quisieron volver a casa para morir, lo habían planeado todo», dicen sus vecinos, abatidos por el trágico final de «un matrimonio que siempre estaba junto, no se separaba nunca y él se dedicaba en cuerpo y alma a atenderla a ella». Daniel, de 87 años, tenía principios de demencia. Ella, de 83, presentaba problemas de movilidad y episodios depresivos.
En su domicilio de la calle Felicidad, donde llevaban viviendo 40 años, la Policía encontró una nota firmada por ambos, despidiéndose de sus sobrinos y organizando un reparto de dinero, que dejaron visible en distintos puntos de la casa. Al parecer, Maruja hace poco menos de un mes había intentado suicidarse con una ingesta de medicamentos. En esa ocasión, su marido avisó a una vecina, llamaron a los servicios de emergencia y el rápido traslado al hospital evitó lo que finalmente ayer acabó por ocurrir. Sus cadáveres fueron encontrados juntos en el comedor. El de ella sentado en un sillón, con una manta tapándole las piernas, y el de él a los pies de su esposa.
«Entre ellos todo era amor, no es un crimen porque se querían muchísimo y vivían el uno por el otro», aseguró a EL COMERCIO una familiar.
Los servicios funerarios se hicieron cargo de los cadáveres una vez que la autoridad judicial autorizó su levantamiento, poco antes de la medianoche. Fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal a Oviedo, donde hoy les practicará la autopsia con la que se confirmará las circunstancias que rodearon la muerte. Las primeras investigaciones apuntan a que el hombre disparó contra su mujer y a continuación se quitó la vida disparándose a él mismo. Los trabajos policiales continúan abiertos a la espera de los resultados de los exámenes forenses.
Está previsto que a primera hora de la tarde de hoy se instale el velatorio en el tanatorio de Cabueñes, donde los restos mortales serán velados por sus familiares. Su entorno aseguraba ayer que su estado de salud era delicado y que en los últimos tiempos atravesaban un momento anímico muy bajo. Algunos de sus vecinos explicaban ayer que «hacía mucho que no se les veía por el edificio porque se habían ido a una residencia. Siempre estaban juntos y se llevaban muy bien».
También un 21 de junio de hace cinco años falleció un matrimonio en La Calzada en circunstancias muy similares. Los protagonistas de lo que fue considerado por la Policía un crimen por compasión fueron Jesús Méndez Vidal, que estaba a punto de cumplir 82 años y Julia Mosquera Expósito, de 87. Los cadávares del matrimonio fueron hallados en un piso de la calle María Zambrano. Ambos eran de Lugo y se habían trasladado a vivir poco antes al mismo edificio en el que lo hacía su hija. La mujer padecía alzheimer. Para evitar el sufrimiento de su esposa y para dejar de ser una carga para la familia, el hombre asfixió a la mujer y luego se quitó la vida cortándose las venas.
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