El entorno de Juan Fombona teme que el conductor sea un vecino de la parroquia

La identidad del conductor que atropelló a Juan Fombona inquieta al entorno de la víctima. El accidente mortal tuvo lugar a una corta distancia –menos de diez minutos a pie– de su vivienda, situada en Fojanes. Debido a esta proximidad, temen que pueda tratarse de un vecino, lo que añadiría más dolor al sufrimiento que soportan desde que conocieron la noticia su muerte. La familia era muy conocida en la zona. Ovidio, el padre, trabajó como ingeniero en Felguera Fluidos; María Luisa, la madre, era farmacéutica.

De hecho, los dos hijos mayores, Fernando y Beatriz, se hicieron cargo de la botica –ubicada en la calle Alonso de Ojeda, en El Llano– cuando su madre se jubiló. Juan también trabajaba en el negocio, como auxiliar. Un familiar acudió, a primera hora del sábado, a la botica para colocar dos carteles que informaban del cierre durante dicha jornada, aunque no aportaban más datos. Esto provocó la extrañeza entre los clientes habituales. Horas más tarde, tras conocer el trágico suceso, lamentaban profundamente su prematura muerte.

Muchos vecinos conocían a Juan y sus hermanos desde que eran pequeños, ya que su madre estuvo varias décadas al frente de la farmacia. Sus allegados destacaban su carácter afable, su «risa inconfundible y su bondad incontenible». «Era una persona excepcional, que nunca tenía un no ni una mala palabra ni una opinión negativa. Siempre estaba cuando hacía falta y, haciendo una humilde retrospectiva, siempre ha estado en los mejores momentos de todos sus amigos», comentó emocionado uno de ellos.

Asimismo, un grupo de amigos sacó fuerzas de flaqueza y le dedicó un sentido homenaje a través de las redes sociales. En el mensaje, recuerdan los buenos momentos vividos juntos y muestran su pesar por el vacío que Juan ha dejado en sus vidas.

Esta es la carta de sus amigos:

Pura bondad

«No hay palabras para definir la tristeza que te invade cuando te das cuenta de que alguien bueno y genuino va a faltar para siempre.

Fombona ha estado en muchas de las ocasiones memorables en las que hemos tenido esa diversión que recuerdas año tras año, sin solución de continuidad. Valencia de Don Juan, Madrid, el SoHo, aquella noche de Reyes (Prodigy mediante....).

Fombas –así le llamábamos– era un hombre integralmente bueno. No creo que haya nadie que pueda decir nada malo de él, es imposible. Era pura bondad y amistad. Él, además, nunca parecía necesitar de la nuestra, si bien todos sabíamos que podíamos pedir la suya siempre que fuera necesario –incondicional–.

En mi cabeza siempre quedarán esos momentos, esa risa inconfundible y esa mirada de un hombre bueno hasta el infinito. Siempre se van los mejores, dice el tópico; en este caso, se cumple a rajatabla.

Dejas un vacío inmenso en nuestros corazones, una muesca indeleble en nuestra humilde existencia; una razón para la esperanza en el más allá, donde, con permiso de otras figuras respetables, espero que nos estés esperando a la puerta; como aquel día en Joy Eslava, secreto que te llevaste contigo y que algún día nos contarás... Seguro que compartiremos tu risa de nuevo, amigo. Yo prometo llevar un disco de Helly Hansen. ¡¡Te lo debemos!!

Descanse en paz.»