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Mancha de carbón aparecida en San Lorenzo en la mañana del día 10 de este mes. JOAQUÍN PAÑEDA
Los científicos vinculan el carbón que llega a la playa con los graneles que mueve El Musel

Los científicos vinculan el carbón que llega a la playa con los graneles que mueve El Musel

El Instituto del Carbón asegura que las fachadas de Cimavilla y La Calzada se manchan con coque e inquemados de la cementera y la térmica

RAMÓN MUÑIZ

GIJÓN.

Domingo, 25 de noviembre 2018, 04:09

Una investigación realizada desde el Instituto Nacional del Carbón (Incar) a partir de muestras tomadas en las playas de Gijón y las ventanas de edificios de Cimavilla y la zona oeste de la ciudad vincula la presencia de este mineral con el movimiento de graneles de El Musel, y la industria siderúrgica, además de con la térmica y cementera de Aboño. El organismo, adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha presentado los resultados en un congreso internacional en Australia, en otro de estudiantes de la Universidad de Oviedo y publicado un avance en inglés en la revista de la Sociedad de Petrología Orgánica americana. Cinco han sido los investigadores de este grupo, que está liderado por Isabel Suárez-Ruiz, quien fue presidenta de esta institución americana, ha investigado en centros de alto nivel de Francia, Estados Unidos, México y Colombia, lleva más de 2.000 informes técnicos emitidos y fue perito en varios procesos judiciales, entre ellos, el del fraude de Mina La Camocha.

En febrero, al ver San Lorenzo teñido otra vez de negro, el grupo decidió investigar el problema de la contaminación en el litoral asturiano derivado del manejo del carbón. «Buena parte de la costa cantábrica está contaminada por carbón y no se ha hecho un estudio de trazabilidad para determinar su origen; nos propusimos analizarlo desde la desembocadura del Nalón a la del Piles», explica la especialista.

Cabe precisar que, cuando habla, la doctora en Geología utiliza 'contaminación' para describir «un elemento de la naturaleza que aparece en un lugar distinto al que le correspondería a consecuencia de la acción humana, caso del carbón en arenales o en cauces de ríos, en ventanas, etcétera». No alude necesariamente a una polución dañina para la salud.

La campaña arrancó en abril, dentro de las investigaciones que el Incar realiza a iniciativa propia y con sus recursos. Con el apoyo, entre otros, del también geólogo Dionisio Luis, se recogieron montones de arena y carbón mezclados, desde Xivares hasta San Lorenzo. En cada bolsa, como dictan las normas, se marcó la hora y las coordenadas geográficas, se fotografió, describió el área revisada y después las muestras fueron enviadas al laboratorio, debidamente precintadas.

«Al vernos trabajar, vecinos de la zona se nos acercaban, preguntaban, y comentaron que en sus ventanas también aparecían manchas negras. Así, decidimos ampliar la investigación a ese material», cuenta Isabel Suárez-Ruiz. Durante mayo y junio, de los alféizares y cristales se tomaron restos de carbón en inmuebles de Cimavilla, La Calzada y otras viviendas de la zona oeste.

El trabajo de laboratorio comienza con un estudio de granulometría, pasando las muestras por distintos tamices gracias a los cuales los científicos determinan qué diámetro tienen sus distintas fracciones. Para esta primera fase los científicos optaron por centrarse en las siete bolsas recolectadas en la bahía de San Lorenzo, descubriendo que el carbón mayoritario tenía un diámetro de entre cinco micras y dos milímetros, pero que también había fragmentos de entre dos y cuatro centímetros. «Por las mareas y el oleaje, los trozos más grandes se localizan en la desembocadura del Piles», precisa.

Análisis microscópico

Cada muestra es insertada en una mezcla de resina, para ensamblarla en una especie de disco o pastilla sólida, más manejable al microscopio y que respeta las propiedades originales del mineral. De esta forma se procede a hacer el análisis petrográfico, determinando, por un lado, la composición de la muestra y, por otro, midiendo la cantidad de luz que refleja un componente específico del carbón. Esa información se representa en un histograma, una suerte de radiografía que aclara si la muestra contiene un solo carbón o varios mezclados. El análisis al microscopio sirve para identificar también «otras partículas orgánicas distintas al carbón, como chares o coques, y contarlas», explica la científica.

¿Qué dicen los resultados? Lo recogido en las ventanas son partículas transportadas por el aire, entre las que hay mezclas de carbón, chares y coque. «Los chares y el coque son productos generados por las industrias que trabajan con carbón», informa Suárez-Ruiz. Concretamente el coque se obtiene calentándolo en hornos a unos mil grados; el material resultante se utiliza en la producción de acero y hierro, como en el caso de la siderúrgica Arcelor. Los chares (también llamado inquemados del carbón) proceden de la combustión. «Hablamos de calderas, que ya casi no quedan, o térmicas y cementeras como las de Aboño», desgrana.

Las dimensiones de las siete muestras de la playa son en su mayoría demasiado grandes como para que el carbón llegara por el aire y no se han encontrado chares de combustión.

El análisis petrográfico indica que son mezclas de carbones de distinto tipo, unos más propios de procesos industriales y otros indicados para calderas de otras factorías. El estudio concluye que el arenal «puede ser contaminado por partículas aerotransportadas, aunque el gran diámetro de las muestras sugiere que la fuente principal de la polución puede ser el parque de carbón de Aboño, sobre todo la carga y descarga de carbón y coque de los barcos de El Musel. La presencia de partículas de coque en el arenal parece confirmarlo». Según datos de la autoridad portuaria, los muelles son lugar de manejo de unos siete millones de toneladas al año. El informe indica que «no se puede descartar la posible contribución de algunas partículas de carbón de un naufragio cerca de la playa hace 32 años», la del 'Castillo de Salas', pero los investigadores ven improbable que esa sea la fuente única o principal de las manchas y fragmentos carbonosos del arenal.

«En 1956 ya había carbón en las playas y existen informes técnicos que lo corroboran; además si hablas con personas de edad avanzada de Gijón te dirán cómo lo recogían del arenal para su uso doméstico», indica Isabel Suárez-Ruiz.

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