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Esperaron a que se apagase la luz de la habitación y no aguardaron ni un minuto más para entrar directamente por la puerta de la terraza de acceso al cuarto en el que a esa hora veían la televisión una abuela y su nieta. Eran cuatro, iban encapuchados, armados y con cuerdas para atar a las víctimas. Lo tenían todo controlado y perfectamente organizado, empezando por su objetivo: la casa en Fano del conocido lagarero Sabino Menéndez, propietario de Sidra Menéndez. La Guardia Civil de la Comandancia de Gijón investiga el brutal asalto sufrido la noche del viernes por esta familia, muy arraigada y apreciada en una parroquia que se encuentra consternada por lo ocurrido.
La mujer del empresario está ingresada en el hospital por problemas coronarios ocasionados por el gran impacto emocional sufrido durante el robo. Su marido recibió numerosos golpes en la cara. Le reventaron el labio y tiene el rostro cubierto por los hematomas. A por él y a por su esposa fueron directamente dos de los ladrones a la habitación conyugal, mientras sus compinches se quedaban ante su suegra y su hija. Obligaron a los cuatro a instalarse en un salón de la planta baja y les ataron de pies y manos. Permanecieron en la vivienda más de media hora. Un tiempo que a las víctimas se les hizo eterno y que a los delincuentes les sirvió para registrar cada palmo de la casa.
Se llevaron un botín que ascendió a 5.000 euros en efectivo, joyas valoradas en unos 3.000 euros y uno de los vehículos de la familia. Fuentes próximas al caso explicaron que los atracadores emplearon una violencia desmesurada y que además de los golpes al lagarero les pusieron las navajas en el cuello a las otras víctimas con el objetivo de que les contaran el punto exacto en el que se encontraba la caja fuerte.
Los cuatro hablaban castellano, alguno de ellos con acento latinoamericano. Las primeras investigaciones apuntan a que pueda tratarse de miembros de una banda organizada. Lo que sí tienen claro tanto los agentes como los perjudicados es que la casa estuvo vigilada durante días. Conocían los movimientos tanto de los habitantes como de los visitantes. De hecho, uno de los aspectos en los que más incidían durante el tiempo que estuvieron dentro de la casa era en saber si alguno de los nietos del empresario que habían pasado la tarde en la finca se había quedado a dormir allí. Todos se habían ido después de pasar una apacible jornada de verano que se tornó en tragedia en apenas minutos.
Los delincuentes saltaron el muro que separa el jardín del camino de la iglesia. Los guardias encontraron allí restos de pisadas. En ese lugar habrían estado apostados los días anteriores para conocer las rutinas de la familia y diseñar los pormenores de su plan. Querían que en la casa estuviesen los propietarios porque solo así podrían tener acceso a la caja fuerte. De hecho, tan solo dos noches antes la vivienda estuvo vacía hasta entrada la madrugada por un evento al que acudieron fuera de la parroquia. No les servía que en la casa no hubiese nadie.
Los ladrones también dejaron las huellas del calzado en la sábana con la que taparon a Sabino. Solo a él le cubrieron por completo y le ataron de pies y manos por encima de la ropa de cama. Presuponían que el hombre, de 73 años, era el que podía hacerles frente. Por eso se ensañaron con él.
Televisión a todo volumen
Cuando consideraron que ya tenían suficiente con el botín –5.000 euros en metálico, joyas e incluso los rosarios de la abuela– huyeron. Pero antes quisieron redondear su plan: subieron al máximo el volumen de la televisión y estrellaron el mando contra el suelo. La intención era que nadie pudiera escuchar desde fuera los gritos de auxilio. Hicieron lo mismo con los teléfonos móviles que tenían a la vista. Pero no contaban con que la abuela consiguiera liberarse de la atadura de las manos y ayudase a su hija, yerno y nieta a desatarse. Gracias a eso pudieron pedir auxilio de madrugada. De no haber sido así, podrían haber permanecido allí hasta que a la mañana siguiente llegasen los empleados del lagar, ubicado en un edificio anexo a la vivienda familiar.
La Guardia Civil se desplazó a la vivienda en busca de pruebas e indicios que puedan aportar luz a la investigación. El tremendo sobresalto vivido por la familia Menéndez ha caído como una losa en Fano y los alrededores, una zona rural del concejo de Gijón donde impera la tranquilidad. La vivienda asaltada se encuentra ubicada en la AS-248, la carretera de La Pola, justo frente al restaurante La Tabla, donde la agonía que vivieron sus vecinos pasó totalmente inadvertida hasta la llegada de los agentes de las fuerzas de seguridad.
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