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Ó. PANDIELLO
Lunes, 2 de enero 2017, 00:55
El fin de la fiesta dejó un panorama desolador en algunas zonas de la ciudad. La plaza Mayor o Marqués de San Esteban amanecieron con miles de kilos de basura sobre sus aceras. En total, el botellón supuso 64,5 toneladas de residuos en toda la villa, una cantidad comparable a la de otros años.
Sin embargo, las cuatro toneladas recogidas frente al Ayuntamiento sí que suponen un ligero aumento respecto a otras Nocheviejas, lo que apunta a una mayor asistencia de personas al festejo. «La fiesta no tuvo ningún altercado y primó el buen ambiente», afirma Christian García, propietario de La Galana. «Sin embargo, el tema del botellón se notó mucho. No se puede controlar y a la hora de facturar lo hemos acusado enormemente», lamenta. Para poner a punto las distintas vías de la ciudad, Emulsa comenzó con las tareas de recogida a las seis de la mañana. Los camiones y las mangueras ahuyentaron a los últimos rezagados de la fiesta hasta que, a mediodía, los operarios dieron por finalizado el despliegue especial tras las multitudinarias fiestas.
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