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CH. TUYA
Martes, 30 de agosto 2016, 01:25
Álvaro Bango tenía 17 años cuando decidió que la huerta que sus padres tenían en Ambás no daba para alimentarle a él y a sus cuatro hermanos. Sin encomendarse a nadie, junto a su hermano José, que solo tenía 15 años, se fue en busca de fortuna a La Habana. Era 1884. Con el cambio de siglo ambos retornaron ricos a casa. Volvieron indianos. Y solidarios.
Además de construir las Escuelas de Ambás, Álvaro fue uno de los fundadores de la Asociación Gijonesa de Caridad. La creada en 1905 con el objetivo «de dar comida, alojamiento, vestido y proporcionar asistencia social a la población».
Casi un siglo después, su benjamín, Evaristo Luis, decidió multiplicar la inversión paterna, al convertir, tras fallecer en mayo de 2006, a la entidad gestora de la Cocina Económica en la única heredera de su fortuna: más de 16 millones de euros.
Del tercer hijo del indiano y de la maestra de San Andrés de los Tacones Eulogia Escacho, del que permaneció siempre en la casa familiar de Jove, la Quinta Bango, del que no quiso familia, dicen que se dedicó a gestionar la fortuna de su padre. Poco amigo de gastos, decidió acumular su riqueza en un fondo suizo. Contra el que todavía pleitean hoy sus herederos.
Apasionado de las golondrinas, murió sin bautizar un negocio con ese nombre. Desde ayer, el hijo del indiano de Ambás y la maestra de San Andrés de los Tacones tiene golondrina en Somió. Y los mayores sin recursos, geriátrico.
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