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M. MENÉNDEZ / CH. FERNÁNDEZ ALLONGO
Lunes, 11 de enero 2016, 00:12
Los gijoneses se habían acostumbrado a vivir con los restos del 'Castillo de Salas' a escasos metros de la playa de San Lorenzo con las únicas consecuencias de la esporádica aparición de parte del carbón que aún quedaba en sus bodegas. Pero en 2001 la situación se agravó, pues comenzó a filtrarse el combustible que contenían los depósitos sumergidos, que llegaba al arenal en forma de 'galipote'. El 16 de agosto de ese año se detectaron las primeras manchas, que continuaron repitiéndose días después.
El Ministerio de Fomento, a través de Salvamento Marítimo, tomó cartas en el asunto y contrató a la empresa especializada Titan Maritime UK Ltd. para que acometiera el troceado, extracción y traslado a tierra de los restos. El 1 de septiembre de ese año inició las operaciones de extracción del combustible que aún quedaba en el pecio. Hasta finales de ese año se sacaron 251.700 kilos, a los que se añadieron otros 15.700 kilos al año siguiente. A continuación, se procedió al rescate de los restos del barco, excepto la zapatilla, un refuerzo de la quilla que también sirve para controlar el lastre del buque. Los técnicos decidieron que esa pieza quedara para siempre en el fondo del mar, a 18 metros de profundidad, como biotopo para las especies marinas de la zona.
Pero el trabajo de extracción no fue fácil, ya que primero los buzos deberían trocear todo el casco con electrodos submarinos para poder sacarlo en piezas más pequeñas. El 3 de junio de 2003 se consiguió izar la primera de las diez en las que se dividió el pecio, con un peso total de 2.600 toneladas. Todas ellas fueron despiezadas en el puerto de El Musel, excepto una que cayó en manos del escultor Joaquín Rubio Camín, que elaboró un homenaje al buque que se puede contemplar en el parque del Cabo de San Lorenzo, para que no se olvide lo que ocurrió.
También se puede visitar otro vestigio de este buque en el concejo de Castrillón. Concretamente, en el Museo de Anclas, en Salinas, se encuentra una de las anclas del granelero, entregado por la empresa holandesa que acudió en un primer momento al rescate del buque, el mismo 11 de enero de 1986, cuando encalló frente a Gijón.
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