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ALICIA G.-OVIES
Martes, 1 de septiembre 2015, 00:22
Ataviadas con sus gorros, sus trajes a rayas y sus sombrillas blancas, una veintena de mujeres paseaba ayer por la orilla de San Lorenzo. Una situación que no resultaría peculiar, si no fuera por que su ropa se inspiraba en el siglo XIX. La gran tormenta de la noche dio un respiro a estas ovetenses que, desde hace siete años, dejan la vergüenza aparte por unos días para disfrutar de los baños de olas. Esos que hizo populares la reina Isabel II en 1847 y que, ahora, ellas pasean por las playas asturianas. Esta peculiar tradición empezó hace ya 21 años cuando a Felina, una antigua socia de la Asociación Libre de Mujeres de La Corredoria, se le ocurrió la idea. Por entonces, daban los paseos con trajes de baño actuales. Fue tras un taller de vainicas cuando comenzaron a confeccionar una indumentaria de otra época.
«Es una forma de venir a la playa de manera sana y saludable. Sin tener que preocuparte por el coche, ya que un autobús nos trae y nos recoge», afirma Laura Nieto, presidenta de la organización. Y, sin duda, «una oportunidad para pasárselo bien». El cielo nublado no empañó las bromas y las risas. Tampoco el haber coincidido con una de las mareas más altas de todo el verano, lo que redujo el arenal a unos pocos metros. Por eso, mientras posaban para las fotos de los medios de comunicación y de los pocos paseantes que había por el Muro, no dudaron en mojarse, en salpicarse y en disfrutar de las olas.
Todos estos años les han permitido ir acumulando anécdotas. ¿Estáis grabando un anuncio? o ¿es una película? Son algunas de las preguntas más frecuentes que suelen escuchar. Pero la que más les llamó la atención fue cuando les preguntaron si iban así vestidas porque eran monjas.
Aunque cuando más se reían era con su antigua compañera Aurora Suárez, quien se disfrazaba de la duquesa de Alba. «Se ponía hasta peluca e imitaba la voz. Además nosotras le seguíamos el juego», reconocía Nieto. «Creo que nunca me reí más que entonces», añadió Josefina Ardura, miembro de la junta directiva.
Con tal vestimenta, no es raro que llamen la atención del resto de bañistas y de las personas que están tomando el sol. «El año pasado, en Luanco, fue una pasada. Había un grupo de alemanes que no entendíamos lo que nos decían. Finalmente, por gestos, entendimos que querían una foto», recuerda Clarisa García, quien lleva ya tres años participando.
Primerizas
Esta actividad está abierta tanto a socias como a personas externas que quieran participar. Este es el caso de María José Ramírez, quien acude por primera vez. «Se lo había prometido a una amiga hace tiempo y me avisó el viernes. Hice el traje como pude», relata. En su periplo por encontrar todas las piezas necesarias, descubrió que el sombrero blanco que llevan se conoce como 'gorro de abuela'. El mal tiempo no le aguó la experiencia y las ganas de repetir el próximo año. «Pensé que iba a pasar vergüenza, pero para nada», reconocía. También primerizas eran María José Quiñones y Mariluz Díaz, quienes aseguraban que «estar viendo el mar es una maravilla». Además, «el agua está muy buena».
Sus baños de ola continuarán hoy en la playa luanquina. Mañana estarán en Candás, el jueves en Rodiles -a donde acuden especialmente para ver a un amigo que conocieron hace años- y terminarán el viernes en Salinas. Todos estos largos paseos los culminan siempre con una merienda. Para recargar fuerzas después de todo el ejercicio hecho.
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