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OLGA ESTEBAN
Martes, 5 de mayo 2015, 00:38
Si los adolescentes no van al centro de salud, el centro de salud tiene que ir hasta los adolescentes. Esa es más o menos la idea que las enfermeras Cristina Obaya y Silvia Fernández plantearon. Y que han conseguido llevar a cabo: desde enero, y un día a la semana, un aula se convierte en una consulta en la que atienden las dudas que sobre salud tienen los alumnos del instituto Doña Jimena, del que Cristina es exalumna. Es una experiencia pionera con la que, hasta ahora, todo el mundo está satisfecho. Los alumnos, porque tienen a quién preguntar, de forma anónima y sin padres que 'vigilen', cuantas dudas tienen sobre alimentación, tabaquismo, sexo o alcohol, entre otras muchas cosas. Cristina y Silvia porque, como enamoradas que son de la Enfermería Familiar y Comunitaria, y tras conseguir el apoyo de la Dirección de Enfermería del Área Sanitaria, han conseguido hacer precisamente eso, llegar a la comunidad. Y, en concreto, al grupo de población «que menos frecuenta los centros de salud». Docentes y familias también están contentos.
La carga de trabajo de la parte asistencial deja, a veces, poco tiempo para ese otro aspecto de la enfermería. Para potenciar el hecho de que las enfermeras son «el principal proveedor de cuidados» y el «principal agente de prevención».
Su objetivo ante todo, dicen, es «potenciar hábitos de vida saludables», algo que se escapa del currículo formal de los centros educativos. Pero las consultas dependen de los chicos y chicas, que hacen las preguntas libremente. Las más repetidas: sobre alimentación. Cómo comer bien, cuáles son los platos saludables, qué son y para qué sirven los hidratos, las bondades de las verduras... Y, junto a todo eso, siempre una recomendación, «el ejercicio físico». Tanta preocupación por la comida saludable esconde la verdadera preocupación: la imagen. De ahí que las enfermeras aprovechen para hablar mucho a los adolescentes de autoestima y de los cambios que el cuerpo sufre en esa etapa de la vida. Pese a todo, aseguran no haberse encontrado con ningún caso alarmante que hayan tenido que derivar. Porque, insisten, «esto no es una consulta sanitaria para tratar una patología».
Han dado también muchos consejos para dejar de fumar, y alguno los está poniendo en práctica. También aquí entra un poco la psicología y el aprender a «decir que no». Por eso, «les explicamos que no mola el que sigue siempre al grupo, sino el que dice que 'no' y pone sus propias normas».
En su particular consulta han resuelto dudas sobre sexualidad, principalmente sobre métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual. Y sobre alcohol. «Preguntan si es malo, aunque beban solo el fin de semana. Claro que es malo». Y han tenido que aclarar, en todos los temas, la ingente cantidad de información que obtienen a través de internet y que no siempre es la adecuada.
A finales de curso harán balance. Su sueño: que el programa se amplíe a otros centros. De hecho, están convencidas de que debería haber una enfermera en cada colegio. De eso y de que «lo de que la juventud está perdida es un error. Son súper listos y tienen clarísimo lo que quieren. Solo necesitan un poco de asesoramiento».
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