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LUCÍA RAMOS
Domingo, 3 de mayo 2015, 01:05
«Esto es un auténtico barrizal, no hay forma de entrenar en condiciones». Quien pronuncia estas palabras es la joven atleta del Grupo de Cultura Covadonga Laura Fernández, pero reflejan el sentir de las decenas de corredores, profesionales o aficionados, que a diario utilizan esa «pequeña maravilla gijonesa» que es el 'Kilometrín'. El emblemático circuito, situado entre el río Piles y el parque de Isabel la Católica, recibe ese nombre porque siempre le faltaron al rededor de una veintena de metros para llegar al kilómetro. Unos metros que, según afirman sus usuarios, le siguen faltando pese a la ampliación inaugurada hace tan solo unos días.
El 5 de mayo del año pasado el Ayuntamiento anunciaba el cierre parcial del famoso circuito debido a las obras de la prolongación del colector de La Camocha, que también obligaron a talar una docena de árboles. Desde entonces, los corredores gijoneses vieron cómo su lugar preferido para entrenar quedaba prácticamente inutilizado durante casi un año. Finalmente, el pasado 29 de abril la pista volvía a estar abierta al público, que no tardó en calzarse las zapatillas y lanzarse a probar los 17,3 metros que se añadieron a los ya existentes tras las obras.
Sin embargo, la mayoría de los corredores se llevó un pequeño chasco cuando constató que «algo no marchaba bien». Uno de los habituales del 'Kilometrín', César Pérez, fue de los primeros en darse cuenta. «De pronto vi que había bajado unos segundos en los mil metros y me pareció extraño. Lo comenté con otros corredores y les ocurría lo mismo, así que utilizamos el GPS de los relojes y comprobamos que, lamentablemente, el 'Kilometrín' sigue sin llegar al kilómetro, aunque no sabemos con exactitud los metros que faltan y vendremos la semana que viene a medirlos». Algo que, añade, no tiene especial gravedad excepto para quienes se entrenan en velocidad. La medición de la longitud de una pista, explica, «se realiza a unos centímetros de la cuerda interior, pues los corredores siempre tienden a recortar unos metros al tomar las curvas. Quizás sí que mida el kilómetro por la cuerda exterior, pero por la interior no», asevera. Junto a él, otro aficionado al atletismo desde hace varios años, Goyo Suárez, apunta que «nadie va a dejar de usar el 'Kilometrín' por esto, pero no sienta bien que nos intenten vender que ya tiene el kilómetro cuando no es cierto».
Demasiado blando
Pese a que el tema de la longitud no termina de convencer a los 'runners', no es ésta la crítica más seria que hacen, pues el firme de la ampliación tampoco es santo de su devoción. «La tierra que utilizaron es demasiado blanda y el pie se hunde. Esto, a la larga, puede ocasionar diversas lesiones a quienes entrenen aquí», apunta el veterano corredor Nico Díaz. Un problema que, como pudieron comprobar quienes aprovecharon el puente del Primero de Mayo para echar unas carreras, empeora notablemente con la lluvia. Ya el viernes por la mañana se podían contemplar dos enormes charcos que ocupaban por completo la pista y obligaban a los pocos atletas que se aventuraban a correr por la ampliación -la mayoría acortaban antes, recuperando el recorrido del antiguo 'Kilometrín'- a salirse al césped o a la acera.
Para los usuarios el problema está en los materiales utilizados para rellenar la pista, aunque hay quienes apuntan que elevando unos centímetros el suelo y añadiendo desagües se podría solucionar. No es lo que piensa Nico, que indica que «la escoria prensada que se utilizó como base no permite que el agua se filtre y hace que se formen los charcos que vemos». Un problema, apunta su colega Gumersindo Silva, que podría haberse evitado si los técnicos hubiesen consultado con los usuarios las medidas a tomar. «Gijón es una ciudad maravillosa para los aficionados al atletismo, pero las instituciones no escuchan a los ciudadanos antes de emprender reformas y el resultado es éste», lamenta.
Revisión técnica, mañana
Desde la Empresa Municipal de Aguas (EMA) explican que en un principio se rellenó la pista con zahorra compactada fina, que es lo mismo que hay en el resto del circuito. «Sin embargo, como resultaba demasiado duro se decidió añadir una capa del mismo tipo de tierra que se suele utilizar en las pistas de correr. Si, como pare ser que ocurre, este tipo de material no es adecuado para zonas tan lluviosas, se realizarán los cambios pertinentes», señaló el gerente de la EMA, Pablo Cachero, a EL COMERCIO. Ante las quejas de los usuarios, mañana se acercará hasta el lugar un técnico municipal que tratará de hallar la causa de este problema para ponerle solución, pues este resultado no es inamovible, como indicó el concejal de Deportes, Pedro Barbillo. «Lo que haya que arreglar se arreglará, y si hay que añadir más capas de otros materiales se añadirán. El objetivo es que la pista quede practicable», explicó.
Pero no todo son palabras negativas. Pese al barro y a esos metros de menos, los usuarios, en general, se muestran satisfechos con la idea de que se mantenga y mejore un enclave que, para veteranos con más de 40 años de atletismo a las espaldas como José Ramón Prieto, «es todo un lujo». A sus más de sesenta años este gijonés todavía recuerda cómo lo que hoy conocemos como el 'Kilometrín' no era más que «un prao por el que corríamos unos pocos. Con el paso del tiempo se formó una vereda por donde íbamos pisando». No fue hasta que los propios corredores decidieron medirlo cuando se comprobó que, por poco, el circuito no llegaba al kilómetro y comenzó a recibir el cariñoso apodo con el que, pase lo que pase, seguirá siendo conocido.
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