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Los especialista Rosario Fernández, Víctor Torres, Martín Carpintero y Luis Javier Jiménez (jefe de servicio) junto a la enfermera María Jesús Pérez Ruiz y el residente de Anestesia, Ramón Trespalacios, en la Unidad del Dolor de Cabueñes.
2.500 pacientes buscan alivio  en la Unidad del  Dolor de Cabueñes

2.500 pacientes buscan alivio en la Unidad del Dolor de Cabueñes

Desde 2014, el hospital realiza tratamientos ambulatorios intravenosos en enfermos con dolores musculares agudos

LAURA FONSECA

Domingo, 15 de febrero 2015, 00:25

El dolor es una herramienta de la que echa mano el organismo para avisarnos de que algo no va bien. En principio, pese a tratarse de una experiencia poco agradable, se lo considera como «un buen síntoma». Pero cuando la agonía se prolonga de manera excesiva, entre tres y seis meses, convirtiéndose así en algo crónico, se entiende que ha dejado de cumplir su función y que «el dolor ha enfermado». Esta gráfica explicación del anestesista Martín Carpintero, del Hospital de Cabueñes, sirve para entender las entrañas de una dolencia cada vez más presente pero a la que, en ocasiones, se le presta poca atención. Cabueñes es uno de los tres hospitales asturianos que cuenta con una área específica para el abordaje del dolor. Las otras dos están en el HUCA, Oviedo, y en el San Agustín, Avilés.

El pasado año, 2.500 pacientes buscaron alivio en la unidad de Cabueñes. Son cien más que los atendidos en 2013. La demanda asistencial crece año a año, asegura este anestesista. En gran medida, porque «el sistema sanitario se preocupa cada vez más por atender el dolor» y las derivaciones desde otros servicios empieza a ser habitual. Cuando Cabueñes puso en marcha este área de trabajo, en España apenas había una veintena de unidades hospitalarias. Ahora se contabilizan más de un centenar. «Intentamos dar alguna posible solución y si en ocasiones no logramos hacer desaparecer la molestia, al menos la reducimos», detalla Carpintero, para quien el reto «es que los enfermos que acuden a nosotros puedan seguir realizando sus actividades diarias con la mejor calidad de vida posible».

«Un huésped incómodo»

Cuando el dolor físico se convierte en un «incómodo huésped se corre el riesgo de que se adueñe de la persona. Capta toda su atención, sus emociones e, incluso, sus afectos», abunda este médico. Quienes se encuentran en este tipo de situaciones «se sienten incomprendidos». Con bastante frecuencia, entran en depresión. Un estudio realizado en 2011 entre las 107 unidades del dolor que funcionaban entonces en la sanidad pública española, entre ellas, la de Cabueñes, señalaba que el grueso de los pacientes que llegaban a sus consultas, el 66%, eran mujeres. «Tenemos muchas enfermas de fibromialgia o de fatiga crónica».

Para muchos, las unidades del dolor son como haber encontrado el Santo Grial. «Hay personas que llevan años soportando día y noche tremendas molestias», explica Martín Carpintero, quien echa mano de otro estudio, el 'Pain in Europe' que alertó en 2005 que uno de cada tres pacientes con dolor crónico no recibía ningún tipo de tratamiento. España, además, se sitúa como líder en dolor continuo y tiene la mayor prevalecía de depresión por vinculada a este motivo. Hasta el 21%.

Fibromialgia y trigémino

De los 2.500 pacientes que pasaron por sus consultas el pasado año, un millar eran nuevos. La Unidad del Dolor de Cabueñes afronta una importante presión asistencial, lo que hace que, en ocasiones, no pueda resolver los casos con la celeridad deseada. Recientemente, el hospital ha iniciado dos líneas de tratamiento «que sugieren resultados prometedores para pacientes afectados por dolores musculares generalizados, como pueden ser los casos de fibromialgia o de distintas neuropatías periféricas como neuralgias de trigémino», detalla. Son perfusiones intravenosas que se hacen en la propia consulta. Con ellas, «se intentan bloquear las vías y estructuras de transmisión del dolor y actuar a nivel de los neurotransmisores implicados en posibles mecanismos de retroalimentación y memoria del dolor».

Del total de enfermos tratados cada año, apenas un 4% corresponde a personas que padezcan un dolor de origen oncológico o derivado de un proceso maligno. Siete de cada diez afectados sufren molestias agudas de tipo musculo-esquelética. Hernias discales, artrosis y trastornos lumbares, sobre todo. También dolores originados por una lesión nerviosa.

La unidad de Cabueñes dispone de entre cuatro y cinco médicos, además de dos enfermeras, «cuya empatía con el enfermo es envidiable», afirma Carpintero. Este especialista aboga por incluir otras especialidades, sobre todo, la psicológica, ya que «el dolor está íntimamente relacionado con la psique y tratarlo de la manera más adecuada siempre merece la pena».

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