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ANDRÉS PRESEDO
Domingo, 15 de febrero 2015, 00:25
Hace 125 años, en febrero de 1890, Gijón vivía un hito histórico. Sus apenas 28.000 habitantes iban a tener acceso al agua corriente en sus domicilios, después de no poca controversia política por la intención de los empresarios promotores de hacerse, de por vida, con el contrato exclusivo del suministro. Pieza clave de aquel proyecto fueron los dos grandes depósitos construidos en el alto de Roces que, con sus 95 metros sobre el nivel del mar, garantizaban la suficiente presión para abastecer toda la villa. Fue una obra de ingeniería que lideró el ayudante de Obras Públicas Ignacio Ferrín da Silva, con la colaboración de Fernando García Arenal, hijo de Concepción Arenal y, por entonces, ingeniero de la Junta de Obras del Puerto de Gijón. Finalmente, se construyó un depósito doble cubierto con capacidad para 15.000 metros cúbicos de agua, que estuvo en servicio durante casi un siglo. En la actualidad, el alto de Roces sigue siendo una pieza clave para el suministro de agua del concejo, en especial para aglutinar la traída desde Llantones, pero los viejos depósitos (el uno y el dos) fueron dejando su lugar a otros construidos con hormigón armado y que ofrecían mejores posibilidades de servicio.
El agua se fue de los viejos depósitos, pero a la vera de la Carretera del Obispo, donde se encuentran ubicados, quedó su estructura semienterrada como un ejemplo digno de ser estudiado en las facultades de Arquitectura. El paso del tiempo no ha podido con la construcción de ladrillo macizo y sus impresionantes bóvedas. El conjunto está incluido en el catálogo municipal de edificaciones a conservar, pero la cuestión que estaba en el aire era cómo recuperar ese patrimonio y, a la vez, optimizar sus usos.
Unos 5 millones de euros
Difícil reto que, en esta ocasión, ha asumido el equipo de arquitectos liderado por los hermanos Hernández Sande, quienes plantean readaptar los viejos depósitos como un gran centro municipal de empresas, un polo de desarrollo con 4.400 metros cuadrados de capacidad para oficinas, con unas modernas condiciones de eficiencia energética y, sobre todo, respetando al máximo sus valores arquitectónicos. Meses de trabajo han culminado con la presentación al Ayuntamiento de un estudio preliminar que, se pretende, sirva de base para el futuro proyecto básico.
La inversión en la reforma se estima en unos 5 o 6 millones de euros. A cambio, Gijón recuperaría parte de su patrimonio y, a la vez, se daría respuesta a una necesidad de espacio demandado por las empresas en un lugar singular para proyectos innovadores. Un emblema empresarial, aseguran los arquitectos, que sería único en Asturias.
Volviendo a sus orígenes, los viejos depósitos de Roces tienen tanto de largo como de ancho unos 40 metros cada uno, además de 7 metros de altura. Los arquitectos autores del estudio preliminar admiten que en su visita se quedaron «impresionados», máxime valorando cómo, por aquel entonces, se resolvieron las cuestiones técnicas.
A finales del siglo XIX, el hormigón armado aún no había llegado a Asturias y el gran problema que, seguro, se plantearon sus promotores era cómo construir dos vasos de esas dimensiones. Al final, según exponen los arquitectos Hernández Sande, «lo hicieron con unas técnicas iguales a las utilizadas por los romanos o los árabes, a través de bóvedas de ladrillo macizo. La humedad hacía imposible el uso de madera. La estructura creada tiene un componente indestructible. Es como una mezquita».
Sobre la base de esa admiración, el equipo de arquitectos de Hernández Sande trabajó en su posible recuperación. Su primera premisa fue vincular el futuro de los viejos depósitos a «usos productivos», a modo de centro municipal de empresas de la zona Sur de la ciudad, avalado por sus excelentes conexiones por carretera, planificado para empresas no contaminantes y con bajos niveles de gastos por mantenimiento. «Reúne unas condiciones maravillosas», aseguran. Es más, el alquiler de los locales a las empresas supondría una importante fuente de ingresos futuros. De esta forma, entienden, se daría respuesta a una necesidad real que tiene Gijón en materia de espacio para las empresas y, a la vez, se recuperaría parte del patrimonio de la ciudad y se evitaría un mayor deterioro del mismo.
Pero, ¿qué solución constructiva plantea Hernández Sande para convertir los viejos depósitos en un centro de empresas? Según el estudio preliminar entregado en el Ayuntamiento de Gijón, al que ha tenido acceso EL COMERCIO, los arquitectos pretenden una organización interna basada en tres grandes áreas: oficinas (un 62%), zonas estanciales (25%) y zonas comunes (12%), a las que habría que unir las instalaciones (1%). Por lo que se refiere a las oficinas, se aprovecharía la zona inferior y se crearía un nivel intermedio aprovechando la altura de 7 metros de las bóvedas, todo ello con una estudiada comunicación interna y nuevos lucernarios que posibilitarían la entrada de luz natural y una correcta ventilación. La distribución interna está estudiada para albergar desde oficinas para 200 trabajadores hasta otras de pequeño tamaño, a base de una estudiada modulación, siempre con fachada interna acristalada.
Las zonas estanciales o de comunicación interna están pensadas en la zona central de ambos depósitos, que serían comunicados por el interior, y dispondrían de zonas de descanso, sillones... En cuanto a las zonas comunes, incluyen, entre otras cuestiones, lugares para reuniones y servicios generales.
Detalle especial merece la cubierta, a unos 7 metros de altura sobre el nivel de la Carretera del Obispo. Los arquitectos proponen allí una zona ajardinada de usos comunes, con cafetería y salón de actos. También tiene capacidad para generar, si fuera preciso, más oficinas complementarias. Luego, en todo el entorno de los cuatro depósitos sería habilitado un amplio aparcamiento para vehículos, con posibilidad de ser ampliado en alguna de las fincas colindantes susceptibles de ser adquiridas por el Ayuntamiento.
Por último, como elemento clave del proyecto, el estudio preliminar plantea una componente de eficiencia energética donde jugarían un papel relevante los dos grandes depósitos de agua construidos al lado mismo de los antiguos. Allí se almacenan 20 millones de litros de agua capaces de generar calor mediante técnicas de acuatermia, lo que supondría un importante ahorro en los costes.
El estudio fue presentado en el Ayuntamiento, a través del Centro Municipal de Empresas, hace unas semanas y el equipo de gobierno lo ha acogido con interés. El siguiente paso será la elaboración del proyecto básico. Roces está en camino de recuperar su patrimonio.
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