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El constructor Enrique Cardeli, ayer, en la terraza del apartamento del que es propietario y desde el que divisa toda la playa de Estaño.
«Para playa natural ya está la de Serín»

«Para playa natural ya está la de Serín»

Esgrimen que la nueva Ley estatal de Costas permite las reformas de edificaciones existentes siempre que no se aumente la volumetría

PPLL

Lunes, 29 de septiembre 2014, 01:02

Los propietarios del bloque de apartamentos Cardeli y del bar-restaurante Estaño han acogido «entre la sorpresa y la indignación» las restricciones que plantea el Plan Territorial Especial del Suelo de Costas de Asturias (PESC) para recuperar como playa natural esa zona del litoral gijonés. El documento del Principado, en información pública desde el pasado 27 de agosto, considera estas edificaciones levantadas en 1966 como «impactos sustanciales» incompatibles con la conservación del lugar y, por ello, las incluye en una categoría que limita su capacidad de hacer obras de reforma y mantenimiento. «¿Estamos locos o qué? Para playa natural ya está la de Serín», afirma con retranca el veterano constructor Enrique Cardeli en referencia a los usos nudistas del arenal situado entre Peñarrubia y Estaño.

El empresario opina que la actualización del POLA que promueve el Gobierno regional contradice las disposiciones de la nueva Ley estatal de Costas que prohíbe la obra nueva pero en cambio sí autoriza las reformas de edificaciones preexistentes como las de Estaño siempre que no supongan un aumento de volumen de lo ya construido. «Al final, ¿quién es el que manda sobre el litoral?», se pregunta el constructor, que ha desarrollado más de 400 viviendas en Gijón y disfruta todos los veranos de Estaño como bañista y como admirador de sus vistas desde la atalaya de su terraza.

«Los apartamentos están igual que cuando los construí yo con sus encalados y sus azulejos en las fachadas. No han cambiado nada y se encuentran en buen estado porque la gente los mantiene», asegura el constructor de 83 años, que forma parte de una comunidad de 16 propietarios en la que además de gijoneses hay también madrileños, alcarreños y daneses. A modo de anécdota, destaca que uno de los propietarios compró en el bloque después de que le expropiaran para construir un aparcamiento en La Ñora. «Hace unos años se llegó a pagar 168.000 euros (28 millones de pesetas) por uno de los apartamentos, pero ahora no los quiere nadie ni a mitad de precio», asegura Cardeli.

Recuerda que el bloque de apartamentos turísticos que lleva su apellido «ya quisieron tirarlo nada más construirlo alegando que no tenía los permisos y vinieron incluso ingenieros de la Demarcación de Costas, que por aquel entonces estaba en Santander, a amojonar la zona de deslinde. Todo estaba en regla y el complejo se salvó de la piqueta».

La segunda vez que los apartamentos estuvieron en el punto de mira de la Administración fue a finales de los 90 cuando se inauguró el parque de La Providencia y se construyeron el aparcamiento, la zona de solárium y los actuales accesos al arenal de Estaño. Cardeli, que fue uno de los expropiados por aquellas obras costeras, relata que ya entonces escuchó a los técnicos hablar de que los apartamentos tenían que acabar desapareciendo. Ante esta tercera tentativa, que Cardeli afirma haber conocido a través de EL COMERCIO, el constructor se muestra escéptico. «No creo que lo vaya a ver, pero si me expropian creo que ganaré más que lo que les costaría a mis herederos pagar los impuestos para que les sea transferido todo esto», añade el empresario, dueño también del bar-restaurante.

Susana Muñoz Sarabia, arrendataria desde hace siete años del bar de Estaño, espera que los planes del Principado «sean a largo plazo y a mí me dé tiempo a jubilarme». Asegura que conocer que «se quiere dejar caer a pedazos todo esto es una mala noticia para rematar un verano que ha venido malo para el negocio por el tiempo de agosto y la crisis, que hace que cada vez acudan a esta playa más bañistas con las neveras y los bocadillos de casa». «¿Alegar contra el PESC? No creo que sirva de nada. Dejaré que los acontecimientos sigan su curso», apostilla.

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