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Carmen Fernández Ochoa estará hoy en Gijón para dar una charla sobre 'La romanización atlántica. :: ISABEL GÓMEZ
«Pusimos a Gijón en el mapa romano, pido perdón por ello»

«Pusimos a Gijón en el mapa romano, pido perdón por ello»

Carmen Fernández Ochoa replica a quienes dicen que ha magnificado la romanización de Asturias: «No es una cuestión de peso, sino de calidad; supuso una transformación; a partir de Roma la vida cambió»

Marifé Antuña

Jueves, 14 de junio 2018, 13:26

El bimilenario de la muerte de Augusto ha hecho resucitar una vieja polémica. La Historia no aporta respuestas incuestionables, analiza los restos del pasado, lanza teorías y la unanimidad no siempre es compañera fiel. También a la hora de evaluar el pasado romano de Asturias, y más especialmente el de Gijón, que hasta el domingo conmemora al emperador romano bajo cuyo mandato se conquistó a Asturias con críticas por un doble motivo: de un lado, el hecho de rememorar a un personaje que propició sangrientas batallas y, de otro, exaltar una romanización que, para algunos historiadores, no fue tan importante como otros sostienen. Los dardos de los críticos apuntan directamente a la catedrática de la Universidad Autónoma que durante años dirigió las excavaciones de Gijón, Carmen Fernández Ochoa. Y ella se defiende: «Nosotros hemos puesto a Gijón en el mapa del imperio romano, pido perdón por ello», dice con un cierto hastío la arqueóloga, para quien no es tan importante la cantidad de romanización como la calidad de la misma. «Esto no es al peso, es una cuestión de cualidad, es cambio, es tranformación y a partir de Roma la vida cambió, porque cambiaron la costumbres y por el dominio del territorio», subraya. Asegura que es innegable ese dominio del imperio durante cinco siglos, otra cuestión es la valoración que se haga del mismo. «¿Alguien puede negar que un imperio es malo? Nadie habla de bondad, hablamos de una etapa distinta».

Fernández Ochoa considera que quienes critican su trabajo lo hacen desde «la falta de rigor histórico y el desconocimiento», puesto que ella es la primera que reconoce que la romanización atlántica no fue en asboluto como la mediterránea. «No somos el Mediterráneo, nunca se ha negado eso», subraya, y asegura que en esta polémica que hay una componente política que no entiende. «Una cosa es la asturianía y otra el celtismo, hay quien las une y quien las separa», dice, y niega después ese pasado celta. «Los historiadores tenemos que ser honestos, porque objetivos no somos ninguno,y a partir de ahí yo lo que hago es hacer una interpretación de los datos que tengo». Y su interpretación es que Gijón se fundó en la época romana y ahí están -dice- la muralla, las termas y otros vestigios para atestiguarlo.

En el lado opuesto, arqueológos como Alfonso Fanjul miran al pasado romano de Asturias con otros ojos. Se encuentra estos días de viaje en Estados Unidos el arqueólogo, lo que sitúa como portavoz de esta corriente desde la que se ha convocado el próximo sábado una marcha de repulsa contra le exaltación de la romanización a Carlos Sala. «La teoría tradicional hasta el año noventa y pico en que apareció Carmen Fernández Ochoa era que Asturias y Cantabria, junto al País Vasco, eran zonas menos romanizadas, esta señora dio un golpe de estado mediático y vino con sus teorías revolucionarias, pero no hay que olvidar que la ortodoxia es la que nosotros representamos», señala este funcionario aficionado a la historia que recupera las palabras de otros historiadores para afianzar sus teorías, empezando por las de Guillermo M. López, pionero en esta batalla. Alude a Narciso Santos Yanguas, que recientemente apuntaba que la dominación no fue tan grande como Fernández Ochoa mantiene y apunta también los trabajos de otros arqueológos como el cántabro Eduardo Peralta Labrador, que denunció las sangrientas campañas de Octavio en el territorio del Norte peninsular, como crucifixiones masivas, mutilaciones de miembros y deportaciones. «Ha habido tergiversaciones históricas para conseguir subvenciones», denuncia Sala, quien alude a otros aspectos polémicos, como la Ruta de la Plata, que tilda de invento. «Se intenta magnificar la romanización de Asturias desde la Autónoma de Madrid con cierto condicionamiento político y económico», concluye.

Claro que es el caso concreto de Gijón el que levanta más ampollas. Lo resume Juan Muñiz, presidente de la Asociación de Profesionales Independientes de la Arqueología de Asturias: «La romanización de Asturias es innegable, lo que yo no comparto con Carmen es que hubiera una gran ciudad, pienso que hubo un enclave menor», afirma. Pero, insiste, no se puede negar la evidencia. Y hay suficientes restos romanos en forma de vías y villas en toda Asturias que garantizan esa ocupación del territorio en época romana. Idéntica es la opinión de Sergio Ríos, que recientemente firmó un artículo junto a César Pérez de Castro en el que sostenían que se había sobredimensionado ese pasado romano de Gijón. «No es un problema de si hubo más o menos romanización, sino de fenómemo urbano, nosotros discrepamos en que hubiera una ciudad, pero no ponemos en cuestión el carácter romano ni de Gijón ni de Asturias».

El debate, a su juicio, no tiene mucho sentido más allá de esa interpretación sobre el carácter de ciudad o no del lugar en el que hoy se asienta Gijón, que, y en eso hay coincidencia, nunca fue Gigia: «Yo escribí un artículo en 1994 demostrando que Gijón no era Gigia», dice Ochoa en respuesta a Sala, que le atribuye la afirmación contraria. Para negar ese carácter urbano y afirmar que la ciudad pudiera ser en realidad un enclave similar, por poner un ejemplo fácil de entender, a lo que era Veranes, apelan los críticos a que en todas las campañas de excavaciones no se dio con restos claves como el trazado urbano. Fernández Ochoa no lo ve relevante: «Tenemos unas termas que ya las quisieran otros y una muralla que parece que nació por generación espontánea... Faltan cosas, sí, estamos en una ciudad sobrepuesta a otra y esta a su vez soprepuesta a otra, y así se pierde mucha información», justifica.

En lo que hay coincidencia plena es que Augusto no merece homenajes, que la dominación imperial no es motivo de festejo, pero Ochoa no cree que las actividades organizadas en Gijón tengan un fin elogioso. «Es un recuerdo de un acontecimiento que cambió la historia de Asturias, se quiera o no se quiera», señala Ochoa, que hoy da una conferencia en los actos del bimilenario en cuya organización -aclara- no ha participado.

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