

Secciones
Servicios
Destacamos
P. G.-P.
Sábado, 20 de junio 2009, 04:18
El próximo día 31 de julio marcará un principio y un final en la historia de la vida de Candás. Una villa que, en la última mitad del pasado siglo, experimentó uno de los cambios más radicales en la actividad vinculada a la pesca con la desaparición paulatina de su flota pesquera. Ahora, transcurridos otros cincuenta años, este pueblo se verá privado de otra de las actividades que supuso en su momento su principal motor económico, la industria conservera. Con el cierre de la fábrica de Albo y el cambio de ubicación de Conservas Remo, Candás se queda sin el único vestigio de los esplendores de antaño de la forma de vida de este pueblo con raíces de sabores y olores marineros. Cualquier seña de identidad que se busque en la profunda historia de esta villa estará relacionada con el mundo de la pesca y la conserva. Todas las generaciones de candasinos tienen en sus vidas la herencia de alguno de sus antepasados como parte de tripulaciones y de fábricas de conservas y salazones.
Pero Conservas Albo supone algo más que todo esto, como relatan algunas de las trabajadoras ya jubiladas del sector. Este nombre supone para ellas las señas de identidad de Candás. Por sus instalaciones pasaron varias generaciones de mujeres, que aprendieron del oficio de la elaboración de las conservas de forma puramente artesanal. Mientras manejaban como nadie el arte del salazón, debían compartir su actividad con el cuidado de sus hogares. Años de duro trabajo y penurias, solo compensado con la relación humana de las fábricas .
Ahora, como si se tratase del temor a perder sus seres queridos, las obreras de Albo tienen los mismo sentimientos con el cese de su actividad.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.