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Reproducción facsímil del mapa de Gijón realizado por Pedro Texeira entre 1630 y 1634.
Las siluetas de Asturias
Sociedad

Las siluetas de Asturias

De los inexactos mapas del siglo XV hasta la fidelidad conseguida en el XX, el mapa de la región ha cambiado cientos de veces. Ahora un libro permite conocer esa evolución

LETICIA ÁLVAREZ

Domingo, 28 de diciembre 2008, 04:04

Ni Gijón apareció siempre en las mismas coordenadas cartográficas ni con el topónimo hoy conocido, ni los límites con Galicia se correspondían antaño a los actuales. Hay ríos que cruzan el territorio astur y en realidad nunca nacieron en los Picos de Europa y otros accidentes geográficos de difícil explicación científica hoy. Pero ahí están, dibujados y señalados con soluciones gráficas singulares, casi artísticas, en las primeras cartografías manuales que presentaban una Asturias más rectangular que la que actual, pero también más romántica.

Ahora un libro permite conocer esas curiosidades y analizar la evolución histórica de la cartografía asturiana desde los trabajos de campo y 'a ojo' realizados por los primeros cartógrafos allá por el siglo XV hasta los que llegan a nuestros días, mucho más precisos, elaborados a mediados del siglo XX.

Juan Sevilla, doctor en Geografía por la Universidad de Oviedo, de sólo 31 años, firma este trabajo considerado como el más minucioso y amplio, tanto por el espacio temporal que abarca como por el número de mapas analizados. Sevilla apoya además su análisis de los mapas en impresionantes reproducciones fotográficas hechas por Enrique G. Cárdenas lo que completa la calidad y el acabado de esta obra editada por Saltadera.

'Cartografía histórica de Asturias' es, según su autor, «un proyecto guapísimo y cargado de responsabilidad porque el resultado tenía que ser un libro vistoso, de fácil manejo y al mismo tiempo que contara con unas fotografias que sirvieran para su consulta más allá de su mero valor estético y apoyadas en una base documental interesante».

Juan Sevilla parte en su trabajo de estudios anteriores y se apoya en las aportaciones de reconocidos profesores del departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, como Francisco Quirós, que prologa el libro, Ramón Alvargonzález, Juan Carlos Castañón y Guillermo Morales, para dar un paso más y culminar una obra que con su salida a la calle se ha convertido ya en referente. «Creo, sobre todo, que el trabajo aporta tres novedades: el número de mapas estudiados y representados que supera las limitaciones de otros trabajos previos; el hecho de que su observación detallada permite conocer, no sólo la evolución del territorio si no la percepción que de él se tenía, y, una muy importante, que el libro enmarca esa evolución en el contexto europeo, lo que permite entender quién está detrás de estos mapas, qué fines tenían y qué medios se empleaban para su realización», dice su autor.

Desde los primeros mapas manuscritos y trazados sobre papel y papiro hasta los actuales de precisión digital han pasado décadas. Juan Sevilla arranca su trabajo en la cartografía de Ptolomeo y concluye con la publicación de la primera edición de las hojas de Asturias del mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000, la primera serie cartográfica moderna a escala detallada. «Los primeros mapas de Asturias aparecen en atlas de autores extranjeros, con el paso del tiempo y en función del interés del Estado, bien de las monarquías o de las instituciones oficiales, van sumándose a esta labor autores españoles. Casi siempre responden a cuestiones políticas, económicas y de defensa o para mejorar el conocimiento geológico, forestal y topográfico de la región».

Errores durante años

Un lector avezado en la materia encontrará entre las 250 páginas de este libro numerosas aportaciones mientras que cualquiera que se acerque con curiosidad podrá disfrutar por ejemplo con los errores que contienen los trazados iniciales. «Muchos de ellos se perpetuaban durante años porque unos autores bebían de otros y así el error pasaba de un mapa a otro», explica Sevilla.

Otros cambios, evidentes por ejemplo en la silueta de Asturias, que antes era más rectangular y menos apaisada que ahora, se deben a transformaciones en la división político administrativa del territorio.

En el caso del núcleo urbano de Gijón, los primeros atlas distinguen hasta tres poblaciones que no siempre ubican en el mismo punto. «Hablan de Tores, Gyon y Sanson, el primero podría referirse a un asentamiento en el cabo Torres, aunque aparece demasiado hacia el Oeste. Gyon y Sanson pueden corresponder a malas grafías de Gijón y de la pronunciación autóctona de Xixón, respectivamente. En todo caso, es Sanson el que ocupa el emplazamiento del embrión de la ciudad, el tómbolo del Cerro de Santa Catalina».

Otras localidades como Peñaflor, en Grado, se colocan incorrectamente y hasta se duplican en un mismo mapa, lo que da cuenta de la cantidad de fallos en los que se incurría. La falta de medios justifica estos desaciertos que por otra parte hacen de estos mapas ejemplares únicos, pero que también demuestran el interés de unos pioneros por conocer mejor el suelo que pisaban y que contribuyeron a colocar Asturias entre las regiones mejor cartografíadas de España.

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