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T. BASTERRA TAZONES
Domingo, 19 de octubre 2008, 04:43
Conchas por fachada. Observar la casa de Amalia Rebollar y su hijo José Ramón Gallego totalmente recubierta de conchas se ha convertido en un verdadero atractivo para los turistas. Aunque los vecinos de Tazones ya están acostumbrados a ver caparazones de vieiras o caracolas a modo de pared, para los visitantes resulta toda una novedad a fotografiar.
En ocasiones, este magnetismo llega a convertirse en una auténtica pesadilla para sus inquilinos. «A veces pierdes la paciencia con los turistas», reconoce Amalia Rebollar. Según cuenta, más de una vez se encontró con algún visitante prácticamente en el interior de la vivienda tratando de comprobar hasta dónde llegaba la decoración. También pilló a alguno que otro que pretendía arrancar alguna de las conchas para llevársela de recuerdo. «Después mi hijo tiene que volver a arreglarlo porque teniendo la casa así no vas a dejar un agujero», razona.
Los niños, traviesos por naturaleza, también generan más de un quebradero de cabeza a los habitantes de esta peculiar residencia. José Ramón Gallego asegura que su vivienda es «la más fotografiadas de toda Asturias». Si cobrase un euro por cada foto que sacan los turistas de esta especial fachada es muy posible que ya no tuviese que trabajar.
20 años de trabajo
La idea de cubrir la casa de conchas salió de la mente inquieta de José Ramón. En 1985 comenzó decorando las macetas de la casa de sus padres con caracolillos, pero cuando se quedó sin macetas el cuerpo le pedía seguir y pasó directamente a la fachada de la casa. Tardó 20 años en cubrir todo el exterior del inmueble.
Ha usado conchas de diversos moluscos. Desde caracolillos a vieiras. Algunas piezas las obtuvo de la Cofradía de Pescadores de Tazones, otras de la gijonesa playa de Poniente o de la cetárea. «Para conseguir que se quedaran fijadas en la pared empecé utilizando cemento cola, pero luego pasé a la silicona», recuerda Gallego.
Mantener todos los caparazones en buen estado no resulta fácil. Según apunta Amalia Rebollar ni el Principado, ni el Ayuntamiento de Villaviciosa colaboran para conservar las conchas en buen estado.
«Cada dos o tres años barnizamos toda la casa por fuera para que los caparazones recuperen el brillo y a la vez sirva de protección para que el salitre y las lluvias no deterioren tanto las conchas», explica José Ramón Gallego.
El centollo fumador
Una de las notas cómicas de esta singular decoración es la presencia de un simpático centollo con un puro en una de sus pinzas.
Gallego tuvo que volver a ponerse manos a la obra hace poco. La instalación de unas cables eléctricos que iban por fuera de la vivienda protegidos por un tubo de PVC de color gris. Para no romper la armonía de la obra José Ramón Gallego decidió poner en práctica de nuevo su antigua afición y recubrirlo de conchas como el resto de la vivienda.
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