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A. H.
Sábado, 9 de febrero 2008, 03:08
«Aquí las mujeres están muy mal vistas». Maribel es una de las catorce presas españolas encarceladas en Tánger, casi todas por 'bajarse al moro'. Andrea, por ejemplo, tiene 45 años y es epiléptica. Fue condenada a ocho años de cárcel el pasado abril. Cuando entró en la prisión, «le cambiaron la medicación y estuvo seis días en coma», cuenta la presa bilbaína. Entre rejas las amistades son sagradas. Tener un hombro en el que llorar resulta más vital aún que en libertad. «Con un paquete de tabaco, compras la vida».
En total, en la zona de mujeres hay 89 internas de las que 28 son europeas; el resto, marroquíes. Tres han sido apartadas del grupo por estar embarazadas. «En algunos aspectos, los hombres están peor, tienen que pagar hasta por una cama». En una carta remitida al Gobierno español, el colectivo de presos en Tánger denuncia las condiciones infrahumanas que sufren, situaciones de racismo y el soborno de los funcionarios, a los que se les paga 20 euros hasta por las visitas. Y es que su sueldo no pasa de los 300 euros. En la misiva, reclaman al Ejecutivo apoyo y critican también la «dejadez» del Consulado español.
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