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EVA MONTES
Lunes, 3 de septiembre 2007, 03:15
Es el germen de Kathleen Kelly, aquella librera entusiasta, vocacional, experta y eficiente que con innegable éxito de taquilla interpretó Meg Ryan en la comedia de Hollywood 'Tienes un e-mail'. Sólo lo adyacente, el adorno, separa a Conchita Quirós de su referente neoyorkino, toda vez que la directora de la librería Cervantes de Oviedo ni encontró al hombre de su vida por e-mail ni las grandes cadenas instaladas en las inmediaciones de su librería acabaron con el negocio iniciado por su padre. Pero el espíritu de aquella librera de celuloide, luchadora y prestigiada, rezuma en esta mujer que el próximo viernes recibirá la Medalla de Plata de Asturias por cincuenta años de impartir y hacer cultura.
«Yo soy partidaria del boca a oreja, de decirle al cliente 'léete este libro que acabo de leer y me encantó'. O al revés, porque en ocasiones son los lectores los que nos recomiendan sus últimas experiencias. Eso genera una confianza, un intercambio de fluidos, que es lo que hace que cliente y librero nos movamos dentro de un círculo especial», afirma Conchita Quirós, quien no tiene reparo alguno en señalar que su figura es «exactamente» la de Kathleen Kelly, a pesar de que ella regentaba una pequeña librería infantil con dos empleados y Conchita Quirós un espacio de 1.200 metros cuadrados y 28 personas a su cargo.
«Somos una librería independiente, que mantenemos todos los inconvenientes y ninguna ventaja económica frente a una gran superficie, pero el cliente sabe que personalizamos la venta, que esa complicidad entre el lector y el librero es real. Es exactamente el caso de 'Tienes un e-mail'. Polarizado mucho si quieres, pero no importa el tamaño, yo pretendo ser la librera de la película. No sé si lo conseguimos, pero eso pretendemos ser frente a unos medios que nos apabullan», explica esta mujer que equilibra sus 72 años con una energía incontestable.
La herencia Quirós
Habla con pasión, a borbotones, como si le faltara tiempo para condensar la historia de su vida, la que ha consagrado a las miles de historias que se agolpan en las estanterías y que heredó de un padre que, sin duda, recibirá el viernes la Medalla de Plata en la misma mano de su hija. El mismo que la educó entre libros y que consiguió que fuera la única de los cuatro hermanos, la mayor, que tomara su testigo mucho antes del fallecimiento de aquel liberal de mente abierta que sembró con la vieja Casa de los Maestros la semilla de la librería Cervantes. El mismo a quien su hija ha querido rendir homenaje con el Premio Alfredo Quirós, reconociendo con él los mejores trabajos en castellano que promuevan los valores y la esencia de Asturias.
«Llevo ya cincuenta años como quien dice con la bata puesta, desde aquella negra como de seda que llevábamos antes, hasta ahora, en que me dedico prácticamente a relaciones públicas. Somos tres generaciones: la de mi padre, la mía y la de mi sobrino, que es quien ha tomado el último relevo, empeñadas en mantener y mejorar lo recibido de la generación anterior», afirma Conchita Quirós rodeada de libros, enfrascada en libros, adicta a los libros.
«Es ya medio siglo el que llevo metida entre ellos y apasionándome cada vez más. Pero no quiero creer que la Medalla de Plata, ese reconocimiento con que Asturias premia a sus hijos, sea sólo para mí. Quiero pensar que es para la empresa, una empresa de capital totalmente asturiano, entregada a impartir cultura. Me gusta lo que hago, lo que hice siempre, y soy muy feliz porque siempre hice lo que quise hacer, rodeada de libros. Me alimento de lectura».
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