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j..f. galán
Miércoles, 6 de julio 2016, 08:07
Hijo de Lucía, sobrino de Miguel y hermano de Bimba, Olfo Bosé ha dejado atrás una vida marcada por su reciente divorcio y sus frecuentes apariciones en programas de la tele y revistas del corazón. No quiere hablar de su pasado como dj en Ibiza, ni de su relación con la saga Bosé ni de su ruptura con la que ya es su exmujer, la modelo rusa Kateryna Strygina, de la que llegó a decir que no le hizo hombre en los ocho meses que duró el enlace. Menos aún de su exsuegra, Yulia, «que me tiraba los trastos cuando Kateryna no estaba», confesó en una entrevista.
Alto, espigado, afable y sonriente, Olfo Bosé disfruta de Asturias, «de sus bellos paisajes de mar y montaña» que conoce desde pequeño y que le encantan. «Mi madre me traía todos los inviernos a darme un baño en el Cantábrico. Decía que lo que no te cura el mar no te lo cura nada», recuerda. Llegó en bicicleta, y en bicicleta se marchará. A sus 36 años, está dando su particular vuelta a la península Ibérica en solitario, 5.284 kilómetros a pedal con salida y meta en Malvarrosa en el sentido de las agujas del reloj, siempre por la costa y evitando en la medida de lo posible el asfalto, durmiendo al raso en cualquier playa y con un presupuesto de 10 euros diarios. «Cuando salí eran 5, pero no tuve más remedio que aumentarlo».
Es una vuelta con carácter benéfico, en favor de la Fundación Towns of the Planet, «un orfanato que quiere reunir ancianos abandonados por su familia con niños sin padres». No recauda dinero. «Solo pretendo darla a conocer, contrastar la vida en solitario de un deportista con lo que significa ser huérfano de vida», explica. Cuando tras 62 días de exigente aventura regrese a Malvarrosa, «intentaré montar un vídeo de 20 minutos con las imágenes que he grabado por el camino para vendérselo a una cadena y entregar todo el dinero a la fundación», aclara.
Anécdotas, muchas. «Un día me desperté rodeado de lobos, otro me sorprendió la marea mientras dormía, otro tuve un accidente que me hizo pensar en abandonar...». Lo que más le gusta es «el mapa humano» que dibuja día a día en su camino y que lleva tatuado en un brazo. «Hay gente maravillosa por todas partes, gente que me ha invitado a comer, a dormir, que me ha abierto su casa, su sabiduría y su conocimiento de la vida». Ayer durmió en Avilés, en casa de Pascual Cabaño, y hoy, ya recuperado de un inoportuno corte de digestión, pondrá rumbo a Llanes. Su aventura puede seguirse en olfo.es.
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