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El sij 'chic'

El sij 'chic'

Diseña joyas y fulares y jamás calza zapatos negros. Ahluwalia marca tendencia con la barba y sus turbantes

LUIS GÓMEZ

Domingo, 25 de octubre 2015, 00:44

Waris Ahluwalia (Punjab, India, 1974) es más conocido por su condición de 'celebritie' y por liderar los rankings de los hombres mejor vestidos del mundo que por su profesión. Además de ser musa de los directores de cine Wes Anderson y Spike Lee -hizo un pequeño papel en la alabada 'El Gran Hotel Budapest'-, este polifacético artista criado en Brooklyn es un cotizado modelo y diseña joyas y fulares. Con sus turbantes negros -«son parte de mi religión y un recordatorio de mi fe y creencias»- y barba larga y tupida, característicos de la comunidad sij, se ha convertido en un creador de tendencias. Llama la atención con sus singulares estilismos en la fiestas más espectaculares. Su presencia en los desfiles despierta una enorme repercusión mediática y sus excéntricos 'looks' están a la altura del tupé de Suzy Menkes, la barba y tatuajes de Justin O'Shea o las gafas de Anna Wintour, jefa de 'Vogue' América. Siempre aparece con un pañuelo enroscado al cuello y es de los hombres que menos prejuicios muestra en combinar trajes de impresionantes cortes con sandalias. Marca sus normas y las de los demás.

Hasta ahí llega este dandi moderno que nunca se despeina y ha pasado la mayor parte de su vida en Nueva York. «Me siento bien allá donde tengo amigos», razona. Si Sthendal dijo que la belleza no era más que la promesa de la alegría, hace tiempo que compró un billete «hacia la felicidad». Si no la ha alcanzado, está en vías. Lo que nadie le niega es su descomunal y sorprendente fama. Según 'The New York Times', es más fotografiado por la agencia Farrell Billy que Lady Gaga, Salman Rushdie, el poderoso productor de cine Harvey Weinstein y Lindsay Lohan juntos. Las marcas han encontrado en este apasionado de las lentejas amarillas que le prepara su madre un fabuloso filón y una percha 'cool'. Por algo se le conoce como el sij 'chic'.

Inimitable, debe parte de su éxito profesional al azar. Concretamente, al agente de ventas de una lujosa boutique de Los Ángeles -Maxfield-, que se encaprichó de los dos anillos con 40 diamantes que se hizo en 2002. De aquel fortuito encuentro surgió una carrera a la que no se le adivinan, por el momento, límites. Waris es el ojito derecho de las casas de moda. En un reportaje para una revista española, Ahluwalia se recostó sobre un sofá azul eléctrico con un fular rojo de Brunello Cucinelli que envolvía su cabeza, un abrigo de piel de leopardo de Louis Vuitton, calcetines de Gallo y unos inclasificables zapatos de 'print' animal, a juego con el abrigo de Burberry Prorsum. Lo que en otros hombres habría chirriado y supuesto un puñetazo en el estómago, en Ahluwia resultaba natural a la par que estiloso.

Él se las sabe todas y aprovecha su momento. No es actor, pero ha compartido protagonismo incluso con Tilda Swinton en 'Yo soy el primer amor'. Solo su alergia a las redes sociales -«no tuiteo ni cuelgo nada en Facebook porque nadie necesita saber con quién cené anoche»- resta algo de proyección a un diseñador que nunca se ha arrepentido de lo que se ha puesto encima. «¿Quién tiene tiempo para el arrepentimiento? ¡Solo es moda! Se supone que va sobre diversión y evolución y más cuando eres joven», reflexiona este creador apasionado del estilo del difunto actor David Niven. «En 'La vuelta al mundo en 80 días' aparecía vestido impecablemente en cada escena, sin una sola arruga y sin importarle cualquier obstáculo que pudiera surgir», detalla este hijo de catedrático de Lingüística.

Víctima del racismo

¿Pero qué tiene este hombre que se resta méritos para haber puesto patas arriba la industria? Ni él mismo se lo explica: «Trabajo con elementos que ya tienen mucho valor antes de pasar por mis manos. Encuentro a los mejores artesanos y aprendo de ellos. Conozco al zapatero que hace mis zapatos, al sastre que crea mis trajes y sé cómo es la gente que corta mis vaqueros. Es el trabajo de otra gente lo que se celebra, no mi estilo. Me visto para estar cómodo», detalla.

Pero él mismo sabe que no es del todo verdad. Encuentra en el amor la inspiración para todo su trabajo y, por desgracia, el racismo ha disparado su popularidad. Sucedió hace dos años cuando protagonizó una campaña para Gap. En varias paradas del metro del Bronx, debajo de su imagen, aparecía la frase 'Make bombs' (Fabrica bombas) en vez del lema original 'Make love' (Haz el amor). En lugar de reaccionar con visceralidad, Waris, que desayuna manzanilla, optó por la serenidad y proclamó que el diálogo y la educación eran las «únicas maneras» de acabar con el racismo. «Las personas son débiles, temerosas e inseguras y por eso existen guerras y genocidios. Creo en la gente, pero soy realista», confiesa este joyero que sólo luce un anillo en sus dedos y nunca calza zapatos negros. «No me siento cómodo con ellos. Con unos rosas me veo bastante mejor», admite. Sin llegar a los extremos de un tío suyo, que combinaba el color de la corbata con el del turbante, se define como «la imagen de la tradición», aunque cuesta creerle con los estilismos que ha puesto tan de moda. «La moda es un uniforme. ¿Por qué adoptar una mentalidad tranquila durante un huracán? Lo mejor es atreverse a correr hacia la tormenta», sentencia.

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